EL PAÍS
DARINKA RODRÍGUEZ
Denisse sabía que tener a su bebé iba a ser un trabajo arduo, pero no imaginó que desde su propia familia iba a tener que vivir inconvenientes por algo aparentemente tan sencillo como amamantar a su hijo. “Mi esposo es mayor que yo, y desde el principio me dijo tajantemente: “No quiero que andes enseñando las chichis en la calle”, cuando se tocó el tema de amamantar”, recuerda la mujer de 31 años. “Con mi mamá fue lo mismo, me decía que me tapara, como si fuera tan fácil, el bebé no se deja tapar cuando le estás dando de comer”, comenta.
Aunque existen numerosos artículos y campañas a favor de la lactancia materna en México y en el mundo, y que se le reconoce como la mejor manera de alimentar los bebés durante sus primeros días de vida, aún existen mitos, tabúes y juicios hacia las mujeres que amamantan a sus bebés. Según la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, en México solo el 28,8% de los menores de 6 meses reciben lactancia materna exclusiva. Por otro lado, al menos 7 de cada 10 han consumido alguna fórmula láctea o sucedáneo de leche materna.
Las primeras horas después del nacimiento, son cruciales para que los menores reciban su primer alimento, el que según la Organización Mundial de la Salud (OMS), recomienda que sea leche materna. “Hay presión social y presión médica, sobre todo madres primerizas, que se enfrentan por primera vez a este proceso, que si bien es fisiológicamente natural, pues puede ser un reto importante para la mujer”, cuenta en entrevista Julieta Ponce Sánchez, nutricionista del Centro de Orientación Alimentaria en México.
Esto no siempre es posible para todas las madres debido a los protocolos hospitalarios con los que cuenta el sistema de Salud en el país. Laura recuerda el día de su parto, hace unos 14 meses, cuando las enfermeras se llevaron a su hija y no le permitieron verla sino hasta al día siguiente. “Se la llevaron y me dijeron que iban a darle una fórmula para regularle sus niveles de glucosa, aunque yo desde antes sabía que lo mejor era darle pecho”, recuerda. Aunque horas más tarde pudo amamantarla, cree que los protocolos no fueron correctos. “Fuimos a un hospital privado creyendo que me dejarían darle de comer y al final creo que fue igual que en uno público”, dice en consulta.
Tanto Denisse como Laura, ambas madres primerizas, regresaron a sus casas con una receta para adquirir fórmula láctea y la recomendación de que alternaran la lactancia materna con leche de bote. De acuerdo con datos de la organización El Poder del Consumidor, el gasto que hacen los hogares en sucedáneos de leche materna va de los 800 a los 2.000 pesos al mes (entre 40 y 100 dólares, aproximadamente).
“Hay que recordar que las fórmulas tienen que reconstituirse con agua, ignoramos la calidad del agua con la que se está haciendo”, dice Ponce. “Imaginemos en los hogares más pobres, en comunidades alejadas, donde es dudosa la calidad del agua, estamos duplicando el riesgo de enfermedades infecciosas y además triplicamos los gastos de las madres y las familias”, refiere.
La recomendación de los médicos pediatras también juega un punto clave en la sustitución de la lactancia materna. Carmen regresó a trabajar tres meses después de su parto, y al regresar de sus labores era complicado que su hijo le aceptara la teta. “Su doctor me dijo que lo mejor sería darle una fórmula, que igual ya tenía la protección que le había dado en los tres primeros meses”, señala. Según el Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna de la OMS, únicamente por causas de salud, un pediatra puede recomendar las fórmulas lácteas, sin embargo, la mitad de los doctores lo hace, aunque no exista ninguna condición clínica en la madre o el niño.
La calidad de las fórmulas dedicadas a los bebés sigue en tela de juicio. La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) realizó un estudio de estos sucedáneos y muestra que las marcas Enfagrow promental, Enfamil sin lactosa, Enfamil promental, Nutramigen Premium y SMA Comfort Gold contienen exceso de jarabe de maíz, “lo que puede provocar entre otras cosas que el bebé aumente su deseo por la fórmula”, señala el estudio.
El que haya beneficios laborales para las madres lactantes es un tema pendiente en la legislación laboral en México. Verónica Esparza, coordinadora del área de investigación del Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), considera que la responsabilidad de una lactancia exitosa no es exclusivamente de la mujer, sino de que haya condiciones que se lo permitan. “Existen instrumentos internacionales que México no ha ratificado, por ejemplo, el Convenio 183 sobre la protección de la maternidad, que prevé una licencia de maternidad al menos de 14 semanas y establece la prohibición de despedir o discriminar a las mujeres por cualquier motivo relacionado con su embarazo o con el nacimiento de sus hijos e hijas o por la lactancia”, refiere.
Sexualización y tabú: “Tápate, por favor”
Thalía dio a luz hace seis meses, y aunque son pocas las veces que sale de su casa, prefiere buscar un espacio privado para darle de comer a su hijo. “Personalmente, a mí no me gusta amamantar en público, si tengo que hacerlo, lo hago pero cubriéndome, porque es algo muy personal”, dice en consulta. Denisse ha terminado por buscar espacios privados para poder alimentar a su hijo cuando sale con su familia a lugares públicos. “Si salimos, prefiero quedarme en el estacionamiento y luego ya entrar al restaurante o donde vayamos”, dice.
La agitación por amamantamiento es uno de los síndromes más comunes entre las madres lactantes. “Las mujeres cargamos con una doble o triple carga por ser quienes gestamos, por ser quienes amamantamos”, comenta Ponce. Existen varios casos de mujeres a las que se les ha rechazado o señalado públicamente por alimentar a sus bebés. Según una encuesta elaborada por el Centro de Opinión Pública de la Universidad del Valle de México, el 95% de los encuestados dice que no se sentiría incómodo si viera amamantado a una mujer en un lugar público. Sin embargo, un 46% de los hombres afirman que si una mujer de su familia estuviera amamantando en público preferiría que se cubriera y un 87% de las mujeres dicen que si tuvieran que amamantar en público preferirían cubrir su pecho.
Buena parte de este rechazo viene de la concepción de que amamantar es exhibicionista, inmoral o sucio. “La sexualización de las mamas también tiene su razón histórica. No es nada más que una mujer decida o no dar pecho, sino que se ha sacralizado la lactancia materna”, dice Ponce. “Aún hay mucho trabajo como sociedad para que dar leche materna sea visto como lo que es: algo perfectamente normal”, finaliza.