REFORMA
Erika P. Bucio
Cd. de México (30 marzo 2023).- La exposición Los huecos del agua se aleja de la idealización y la folclorización del arte contemporáneo producido por creadores de los pueblos originarios al presentar una mirada crítica.
Mostrada originalmente en el Museo Universitario del Chopo en 2019, la muestra se inaugura este viernes en el Museo Nacional de Arte Mexicano en Chicago, al tiempo que se expone de manera paralela, desde el 25 de marzo, en el Amparo de la Ciudad de Puebla.
“Para hablar de la producción de artistas relacionados con los pueblos originarios, se tiene que hablar de política. Estaríamos despolitizando si eligiéramos solo piezas que hacen referencia, por ejemplo, a la continuidad de pensamientos ancestrales”.
Una itinerancia prevista al término de su exhibición en El Chopo, pero que se tuvo que ser postergada por la pandemia de Covid-19.
Con piezas de 23 artistas y tres colectivos seleccionados, la exposición, curada por Itzel Vargas, pretende abrir una ventana de reflexión sobre diversos temas que atañen a los pueblos originarios del País, como los desplazamientos forzados, los procesos migratorios, el racismo, la discriminación y el daño al medio ambiente, que son problemas comunes entre las comunidades.
Así como se detiene en el lingüicidio que afecta de forma directa a los territorios indígenas ante la “imposición del español como lengua única nacional”, lo que ha implicado, según plantea Vargas en entrevista, la minorización de las lenguas mexicanas.
“En contra de esa idealización y folclorización, para hablar de la producción de artistas relacionados con los pueblos originarios, se tiene que hablar de política. Estaríamos despolitizando si eligiéramos solamente piezas que hacen referencia, por ejemplo, a la continuidad de pensamientos ancestrales”, comenta la curadora.
Los artistas seleccionados para la exposición, provenientes de Chiapas, Oaxaca, Michoacán, Yucatán, Guerrero y la Ciudad de México, “son capaces de negociar” con su pasado, incluso anterior a la llegada de los conquistadores españoles, con “un presente complejo”, expone.
Entre las piezas se reúnen instalaciones, video-arte, grafitis, murales, esculturas y pinturas, y aluden a crisis ambientales, sociales y políticas.
Ignorar esas temáticas hubiera implicado “suprimir resistencias y posicionamientos” de su contemporaneidad, dice Vargas.
Los Tlacolulokos, dupla formada por Darío Canul y Cosijoesa Cernas, se oponen, por ejemplo, a la idealización de Oaxaca a partir de la festividad de la Guelaguetza, para mostrar la presencia del tráfico de armas y drogas en el Estado, además de la lucha magisterial en Tlacolula de Matamoros, localidad de donde toman su nombre.
Para el Museo Amparo de Puebla crearon un mural con una mujer en actitud de resistencia, lleva en una mano una herramienta para cortar metal y, en la otra, porta velas, como símbolo de conocimiento.
“Algo muy interesante (de Tlacolulokos) en su obra es que la mujer siempre es una figura central, y es una mujer aguerrida, siempre viendo de frente; pueden llevar aretes propios de la región con tenis de marcas norteamericanas, y están tatuadas.
“Para contrarrestar esta idea colorida del Estado (de Oaxaca), mucha de su obra es en blanco y negro. Pero en su obra en gran escala, la obra mural, ahí sí pueden imprimir un poco de color”, expone la curadora, y es el caso del mural expuesto.
Por su parte, la artista Ana Hernández, también oaxaqueña, nacida en Tehuantepec en 1991, trabaja en la recuperación de la vestimenta de la mujer tehuana y presenta la instalación Nisaguié Yaachi (Lluvia dorada), cuyo origen está en el tocado usado por las mujeres istmeñas, conformado por tres elementos verticales, de unos ocho centímetros, y monedas de oro, luego sustituidas por papel metálico.
Cuando esta pieza, de grandes dimensiones, le fue comisionada por El Chopo, solamente quedaban dos mujeres que sabían hacerlo, pero estaban enemistadas. Tuvieron que ponerse de acuerdo para transmitir su conocimiento.
A oídos de Vargas acaba de llegar la noticia de que ahora, en las festividades de la región, la gente elabora cortinas siguiendo la propuesta de Hernández, revitalizando el saber.
El Museo Nacional de Arte Mexicano de Chicago mostrará un total de 75 piezas, entre ellas, precisamente, Lluvia dorada, que le comisionó a Hernández para ajustarse adecuadamente al espacio, donde permanecerá en exposición hasta el 27 de mayo, fecha en que concluirá la muestra, que también integra obra de César Catsuu López (Xochistlahuaca, Guerrero), José Chi Dzul (Dzam, Yucatán), Juana López López (San Juan Chamula, Chiapas), Sabino Guisu (Juchitán, Oaxaca), Noé Martínez (Morelia, Michoacán), Fernando Palma (San Pedro Atocpan, Ciudad de México), entre otros.
En el Amparo, permanecerá hasta el 17 de julio, y se exhibirán un total de 88 piezas.
El título de la muestra, Los huecos del agua, deriva del concepto de “el pensamiento-archipiélago”, de Édouard Glissant, que plantea la necesidad de abordar una geografía en toda su diversidad y desde todos sus resquicios.
La apuesta es ver desde otras perspectivas la realidad circundante de los pueblos originarios, recalca Vargas.