Día de muertos: ocho países, ocho tradiciones únicas

EL PAÍS

LUIS MAZARRASA

Durante los días 1 y 2 de noviembre en gran parte del planeta los esqueletos abandonan las sepulturas y salen a las calles, toman los bares, se sientan en las mesas para comer con sus familiares vivos, se celebran desfiles de máscaras, se lanzan al vuelo enormes cometas o se bañan las cruces con ron. El Día de Difuntos es también una vistosa expresión cultural a lo largo del mundo de los vivos.

1. México: el país en el que todo el mundo piensa en el Día de los Difuntos

México ocupa, por supuesto, el primer lugar en el imaginario colectivo en los días que se conmemora o se recuerda a los que ya no están. El cementerio de la isla de Janitzio, en el precioso pueblo de Pátzcuaro del Estado de Michoacán, atrae estos dos días a un buen número de visitantes y lugareños por la vistosidad y el misticismo de sus celebraciones. Las tumbas se adornan con velas, flores de cempasúchil, la planta Tagete —la flor es parecida a la margarita—, y platos con la comida favorita del familiar difunto. Además, en muchas localidades del país se celebran coloridos desfiles, se come el pan de muertos con formas de distintos personajes y en puntos como Aguascalientes las calaveras toman las calles en su festival y se consumen como dulces.

2. Irlanda: la celebración sale a la calle

La creencia general es que la celebración del Samhain —fiesta gaélica que se celebra el 1 de noviembre y que marca el final de la temporada de cosechas—, en Irlanda y de tradición celta, es muy probablemente el origen del Halloween de Estados Unidos y hoy una fiesta ya planetaria. Estos días, en la isla europea las máscaras ocultan el rostro de quienes celebran la fiesta alrededor de las hogueras. La gastronomía local no podía faltar tampoco en Irlanda y el gran protagonista es el dulce Barmbrack —pan con levadura que lleva pasas y sultanas—.

3. Estados Unidos: calles plagadas de niños pidiendo caramelos y sus decoraciones pintorescas

Halloween, la fiesta del ¡truco o trato!, ha dejado de ser una celebración puramente estadounidense para exportarse prácticamente a todo el globo. En Estados Unidos se celebra en la noche del 31 de octubre, ya que la tradición irlandesa en el origen de esta fiesta afirmaba que esa noche los muertos caminan junto a los vivos. Las imágenes de los niños disfrazados de bruja y otros seres del inframundo llamando a las puertas de sus vecinos y las calabazas iluminadas ya pueden verse casi en todo el resto de países.

4. Haití: los rituales vudú

En Haití, donde los ritos del vudú llegados con los esclavos africanos florecieron antes que en ningún otro lugar del continente americano, los días 1 y 2 de noviembre —si la grave situación de violencia y hundimiento del Estado lo permite en esta edición— los celebrantes, envueltos en ropajes rojos y negros y tocados con pañuelos morados, bailan en las calles al ritmo de los tambores durante el Guédé o Festival de los Muertos. Las procesiones van camino de los cementerios —la más tumultuosa es la que se dirige al de la capital, Puerto Príncipe—, donde las sacerdotisas Mambo bañan cruces de madera en ron para prenderles fuego, mientras los vivos depositan flores, comida o café en las sepulturas de sus familiares.

5. Filipinas: bebidas y flores en los cementerios

Filipinas, de gran tradición católica, celebra el Día de Difuntos o Undas —una palabra tagala que procede del español honrar— con auténticos banquetes regados con gran cantidad de bebida en los cementerios, en los que no faltan grandes timbas de naipes y, la afición nacional del archipiélago: divertidos karaokes entre las hogueras. En estos dos días festivos se produce una peregrinación de millones de filipinos desde las localidades donde trabajan hacia los cementerios de sus ciudades de origen.

6. Ecuador: cementerios y ‘colada morada’

En Ecuador, por ejemplo en la hermosa y colonial Cuenca o en la capital, Quito, los familiares llevan a las tumbas los platos preferidos de los muertos y también la colada morada, una bebida a base de un extracto de maíz negro con frutos rojos. Además, todos hacen acopio de un tipo especial de pan: las guaguas, los bebés en la lengua quechua, que se comen junto a las lápidas.

7. Guatemala: miles de personas empujan grandes cometas al cielo

En Guatemala el ritual más extravagante se da en el Festival de los barriletes gigantes. Esta tradición originaria de la localidad de Santiago Sacatepéquez —donde hoy se celebra como un gran espectáculo—, consiste en lanzar al aire por la colina próxima a los cementerios esas enormes cometas de colores y diseños diferentes, después de visitar y orar ante las tumbas de los finados. Son los niños los encargados de sostener los barriletes hasta que se sueltan al viento.

8. Rumanía: las sepulturas se adornan con flores

Rumanía no celebra en todas las localidades su Día de los Difuntos en estos primeros días de noviembre, pero sí lo hace en la región que más asociamos a los muertos vivientes: la montañosa Transilvania, cuna por excelencia de las leyendas de los vampiros. En los bonitos cementerios de localidades como Sighişoara y Bistriţa las sepulturas se adornan con flores. Pero algo que diferencia el rito del resto de celebraciones en otros países es que se suelen encender velas también por los muertos desconocidos. Además, las gentes se reúnen ante las tumbas de los familiares para escuchar sus historias, un modo de evitar que caigan en el olvido, y también se reparten dulces y comida a todo aquel que haya acudido al cementerio.