Peligra, por saqueo, Reserva de Tehuacán-Cuicatlán

REFORMA

Yanireth Israde

Cd. de México. El saqueo de agave silvestre y la sobreexplotación de recursos naturales ponen en riesgo el nombramiento de la Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán como Patrimonio de la Humanidad, advierte el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos), capítulo México.

El boom del mezcal y su acelerada producción opuesta a los tiempos de la naturaleza y a procesos de polinización necesarios para el equilibrio ambiental- propician la degradación del sitio, reconocido por la UNESCO en 2018.

“Es uno de los pocos bienes mixtos del mundo incluidos en la lista de Patrimonio Mundial. En México sólo tenemos Calakmul y Tehuacán-Cuicatlán. Es importante poner el dedo en el renglón: no pueden seguirse saqueando especies endémicas nativas. Esto atenta contra la inscripción de la reserva en la referida lista”, indica el presidente de Icomos México, Saúl Alcántara, en entrevista, a propósito de la alerta lanzada por habitantes del núcleo agrario Zapotitlán Salinas, Puebla, entidad que resguarda este bien patrimonial en 20 de sus municipios, junto con Oaxaca, donde abarca 31.

El pasado 31 de julio, el comisariado de bienes comunales y el consejo de vigilancia de Zapotitlán Salinas solicitaron, mediante una carta, la intervención del Presidente de la República.

“Desde hace algunos años, y más recientemente derivado de la promoción del mezcal como una actividad económica para toda la región, vemos con mucha preocupación una pérdida irreparable de esta riqueza biológica, ya que se extraen del medio silvestre las piñas (el tronco de las plantas de Maguey), se saquea la leña y se ocupa mucha agua para poder obtener un litro de mezcal”, exponen en la misiva Primitivo Cortés, Isabel Gómez, Yolanda Barragán, Ignacio Serrano, Filemón Facundo Barragán y Edith Huerta.

“Pero además se roban los hijuelos, los quiotes, que son las flores del maguey, y ya no solamente es el maguey pichomel el que se saca, sino que están saqueando los magueyes silvestres cachitunes, papalometl, espadillita, entre otros”.

El Icomos se sumó a la solicitud de ayuda y envió, el 31 de agosto, una carta a la Presidencia y al Gobierno de Puebla para que investiguen las prácticas denunciadas, sancionen a los responsables y protejan la reserva.

De no hacerlo, el organismo que preside Alcántara solicitará ante la Unidad de Patrimonio Mundial de Icomos Internacional una misión técnica que evalúe esta situación, pues atenta contra la inscripción del bien en la UNESCO.

Aunque la comunidad organiza brigadas de vigilancia no han podido frenar el hurto de plantas, perpetrado por personas de la misma región para satisfacer la demanda de palenques, como se conocen a los lugares destinados a la producción y degustación de mezcal, reconocen los pobladores.

Se refieren, sobre todo, a productores de Coatepec y San Luis Atolotitlán, cuyos mezcaleros “incluso son reconocidos por las instituciones de Gobierno como los mejores de Puebla, pero: ¿de dónde sacan su maguey?”, cuestionan.

“La realidad es que lo compran a saqueadores de maguey silvestre, que se lo roban de los bienes comunales y de algunas parcelas asignadas, lo que ha provocado una pérdida irreparable de nuestra biodiversidad, y cada vez crece el enojo de las personas afectadas”, informan.

Adicionalmente, el comisariado de bienes comunales y el consejo de vigilancia manifiestan su preocupación por el reparto de maguey proveniente de otras entidades -en el marco del programa Impulso al Agave Mezcalero del Gobierno de Puebla- porque propicia la siembra en terrenos no agrícolas y elimina la vegetación nativa.

Una de las peticiones al Presidente es, precisamente, que frene ese reparto.

En una consulta que el comisariado de bienes comunales realizó al investigador del Instituto de Ecología, Alfonso Valiente, sobre las repercusiones de la sobreexplotación de magueyes y los impactos ambientales del auge del mezcal, el especialista aconseja mantener la producción mezcalera de la región sin poner en riesgo la diversidad de especies de la reserva.

Si la sobreexplotación de agaves conduce a la extinción de estas plantas, habrá entonces menos murciélagos nectarívoros -pues se alimentan de ellas-, y por lo tanto menos polinización de cactus columnares. Es decir, menos frutas de la que dependen más de 100 especies de animales, alerta.

Una hectárea de bosque de cactus puede producir de 815 a mil 100 kilogramos de fruta, como la pitahaya, de la que dependen varios pueblos de la región.

Por otro lado, los monocultivos de agave no nativos de la región propician el desmonte de grandes extensiones de tierra y un aumento de salinidad que -en el transcurso del tiempo- altera e inutiliza el suelo, previene Valiente.

Además, agrega, esta práctica se asocia con la introducción de plagas de otras partes del País, principalmente larvas de escarabajos picudos, que pueden afectar no sólo los agaves, sino la flora del Valle de Tehuacán-Cuicatlán.

La población comenta que ya ocurre esto con la pitahaya.

“Hay que tener presente que la desaparición de las poblaciones silvestres de magueyes mezcaleros también pondría en riesgo a su vez a la producción tradicional de mezcal y a sus productores en la región”, puntualiza acerca del efecto cascada.

Para frenar esta situación, el comisariado demanda también el reconocimiento del Valle de Zapotitlán como Santuario del Maguey Pichomel (agave marmorata) y de otros magueyes nativos.

Alcántara avala esa petición.

“Ya en México y en el mundo hay pocos endemismos, es decir, plantas que solamente en ese sitio, y en ningún otro, crecen. Entonces los endemismos de la reserva de Tehuacán-Cuicatlán hay que salvaguardarlos a cualquier costa”.

También destaca la relevancia de la creación de un banco de germoplasma -otra de las peticiones- para proteger estas especies agaváceas y que las futuras generaciones puedan reproducirlas.

La regulación de palenques es otro reclamo para evitar que operen con maguey silvestre robado.

Piden, también, apoyo integral para la comunidad, culturalmente diversa y no dedicada solamente a la producción de la bebida.

“No somos agave ni somos mezcal. Somos campesinos del sistema milpa, somos salineros, somos artesanos de ónix, recibimos turismo de naturaleza, somos productores de productos herbolarios, producimos miel de abeja, artesanías de palma, producimos pitahaya, pulque, entre otras actividades; necesitamos que sepan que estamos dispuestos a trabajar en colaboración”, subrayan.

Pasos a seguir

Los expertos aconsejan enfrentar los problemas de la reserva con medidas como las siguientes:

-Actualizar la Norma 059 de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales para incluir y proteger los agaves amenazados.

-Instaurar tecnologías Lidar (Light Detection and Ranging) para reforzar la vigilancia de la reserva.

-Incentivar la producción sustentable de agaves en la vegetación natural como alternativa a los monocultivos.

-Esto implicaría sembrar las semillas en casas de sombra y luego trasplantar los agaves jóvenes en la vegetación natural.

-Una campaña de conservación de los magueyes de la región integrando especies que no son usadas para mezcal pero si como alimento.

Minería, otro riesgo

Icomos pide a las autoridades investigar también la explotación minera en esta reserva, considerada la zona árida con mayor biodiversidad del continente americano.

“Se solicita investigar las zonas de explotación de canteras para la extracción de materiales de construcción por medio de dinamita dentro de la reserva, toda vez que esta actividad no sólo poner en grave riesgo el nombramiento otorgado por la UNESCO, sino la biodiversidad y ecosistema presente en la región”, indica el organismo en una carta enviada a la Presidencia de la República y al Gobierno de Puebla el pasado 31 de agosto.

El reconocimiento internacional, prosigue Icomos, “compromete a nuestro país para asegurar que los bienes inscritos tengan la debida protección y un sistema de gestión idóneo en el ámbito local, regional y nacional, así como un plan de conservación adecuado”.