REFORMA
Israel Sánchez
Cd. de México (27 agosto 2022).- El último caso de poliomielitis registrado en México, recuerda la doctora Almudena Laris González, fue en 1990.
“Gracias a los enormes esfuerzos de vacunación, llevamos prácticamente más de tres décadas sin tener polio en el País”, resalta en entrevista telefónica la especialista en pediatría e infectología pediátrica, contrastando la presencia de esta enfermedad en regiones del mundo como Afganistán y Pakistán, o mucho más cerca, como en Estados Unidos.
“Apenas el mes pasado se detectó un caso de polio paralítica en el estado de Nueva York en una persona no vacunada”, agrega la médica adscrita al Departamento de Infectología del Hospital Infantil de México “Federico Gómez”. “E inclusive en ese estado y también en Londres se ha detectado el virus en las aguas residuales”.
La preocupación de que también en México pudiera resurgir la polio, que se tenía por erradicada tanto aquí como a lo largo del Continente, ha crecido entre los especialistas médicos a partir de la drástica caída en la cobertura de vacunación infantil de la que dan cuenta los datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2021.
De acuerdo con lo que ésta reporta, la cobertura de aplicación de la vacuna Pentavalente -que además de poliomielitis, protege contra influenza B, difteria, tétanos y tosferina- es de un 70.1 por ciento, cuando la recomendación de la Organización Mundial de la Salud es que alcance el 80 por ciento.
Lo más alarmante es que no es la única vacuna cuyo porcentaje de aplicación entre niños de 1 y 2 años está por debajo de lo necesario, lo cual expertos ya han calificado como un hecho escandaloso y nunca antes visto.
Tal es el caso de la BCG (o bacilo de Calmette-Guérin), la vacuna contra la tuberculosis, cuya cobertura en 2020 bajó hasta 86 por ciento, cuando en 2018 rondaba el 97.3. Mientras que la vacuna contra Hepatitis B apenas registra una cobertura del 56.7 por ciento, uno de los rezagos más importantes.
“Para cada vacuna, la cobertura está entre 56 y 86 por ciento, que definitivamente está muy lejos de lo que quisiéramos, que es que todas las vacunas tuvieran coberturas superiores al 90 o, idealmente, 95 por ciento”, sostiene Laris González.
“Las bajas en las coberturas nos ponen en riesgo de un retroceso en materia de las enfermedades prevenibles por vacunación que se habían logrado ya sea eliminar o por lo menos reducir de manera importante en el País”, añade, poniendo como ejemplo la difteria o la meningitis por Haemophilus influenzae.
“Tenemos el riesgo de que estas enfermedades que ya no veíamos, pues tristemente resurjan”.
Además, la Ensanut reportó que, al cierre de 2021, sólo uno de cada tres niños mexicanos menores de 2 años tenía su esquema básico de seis vacunas -BCG, Pentavalente, Hepatitis B, Neumocócica, Rotavirus y Triple viral-.
“Sólo 27.5 por ciento de los niños de 1 año tienen una cartilla completa de seis vacunas”, remarca la infectóloga pediatra, a quien además inquieta la marcada diferencia en los niveles de cobertura entre la parte norte, acaso un poco mejores, y la sur-sureste del País.
“También esta heterogeneidad en las vacunas preocupa porque obviamente en las poblaciones más vulnerables, más desprotegidas, con menos cobertura de vacunación, es donde es más probable que puedan resurgir estas enfermedades”, advierte.
Y aunque la especialista identifica entre las causas de este panorama cuestiones como el irregular e insuficiente abasto de vacunas a nivel global, así como su pobre distribución hasta el más remoto rincón donde se necesiten, la pandemia es lo que habría venido a agudizar la tendencia a la baja que desde hace unos años padece no sólo México sino toda Latinoamérica.
“Los servicios de salud tuvieron que enfocarse o redirigirse a la emergencia, y entonces se descuidaron ciertas actividades cotidianas que incluyen la vacunación. Y también, obviamente, las personas tenían temor de llevar a sus hijos a un centro de salud o cualquier otro centro sanitario a recibir las vacunas; posiblemente no acudían a recibir vacunas por el temor de contagiarse o de que sus hijos se contagiaran.
“Por eso ahora es un momento crucial para que todo eso que se perdió en los últimos años se recupere, y de manera urgente”, exhorta la doctora.
Si bien organizaciones de la sociedad civil han demandado al Gobierno mexicano implementar un plan emergente que revierta este rezago, que cuente con recursos suficientes y etiquetados en el Presupuesto de Egresos de la Federación del año próximo (REFORMA 10/08/2022), Laris González no cree que se trate precisamente de un problema de dinero.
“Por supuesto que se necesita tener un presupuesto que esté destinado a la obtención de vacunas; pero muchas veces la limitación para la compra no es que no exista o no se dedique el dinero, sino a veces simplemente a nivel mundial se producen cierto número de vacunas, y si las compras no se hacen de manera muy anticipada los países no alcanzan a acceder a esas dosis.
“Claro que se tiene que garantizar el presupuesto para eso, pero no es sólo cuestión de dinero, sino de planear con mucha antelación para poder conseguir la cantidad suficiente de estos biológicos”, pondera.
Al margen de las acciones necesarias en cuanto a política sanitaria, la especialista hace un llamado a los padres con niños cuyo esquema de vacunación esté retrasado a acudir a su unidad de salud correspondiente, sea IMSS, ISSSTE o algún otro servicio, o en su defecto al Centro de Salud más cercano para ponerse al corriente.
“Pero la gran mayoría de vacunas en el esquema, si el niño va atrasado aunque sea más grande, sí se deben aplicar”, concluye.
Estrategia contra el rezago
Para Laris González, algunas medidas para hacer frente al desplome en la vacunación infantil en México son:
-Asegurar el abasto con adquisición anticipada y planeada de las vacunas para que no falte ninguno de los biológicos necesarios.
-Distribución eficiente en todo el País.
-Capacitación a todo el personal de salud sobre contraindicaciones reales, para evitar oportunidades perdidas de vacunación.
-Campañas de promoción de la salud para la población general invitándolos a acudir a vacunarse.
-No depender de la vacunación rutinaria, sino implementar campañas para poner al corriente a niños que van retrasados en su esquema de vacunación.