Sobre su difícil existencia, había escrito este resumen en su autobiografía “La Felicidad nace de ti”, publicada en 2021, la lista de obstáculos es larga: “una infancia infeliz, el abandono, un matrimonio violento, una carrera estancada, la ruina económica, la muerte prematura de miembros de mi familia y múltiples enfermedades”. No obstante su importancia dentro de la música popular de raíces negras perdurará por siempre, ya sea con sus canciones al lado de la banda Ike % Tina Turner.
Hubo un tiempo en que las drags queens preferían imitar a Tina Turner en lugar de andar como técnicas en puericultura en salones con las ventanas tapizadas de diabéticos árboles, flores y abejas inofensivas.
Recuerdo el potente show en un bar de San Francisco por ahí del 2006 en el que las drags llevaban puestas unas pelucas similares a como Tina Turner solía llevar el cabello a mediados de los ochenta, pero con el triple de volumen. Los picos de esas noches se alzaban cuando había que mover los labios y los tríceps, las pantorrillas, al ritmo de “Proud Mary”, la canción de los Creedence Clearwater Revival que cobró nuevo octanaje de dignidad en la frenética versión de la Turner escoltada por la dirección musical de Iker Turner.
En el libro de “Finding Fogerty”, Thomas M. Kitts escribe que cuando John Fogerty escribió “Proud Mary” buscaba otorgar una suerte de futuro y esperanza ligera en recuerdos traumáticos de aquellos que regresan después de haber defendido la patria en una guerra que no planearon ni pidieron y sin embargo formaron parte. El mismo Fogerty venía de una experiencia en el servicio militar y las líneas que describen a la gran rueda siguiendo su destino a la orilla del río, alude Fogerty, sería una suerte de abrazo solidario que fortaleciera la idea de que absolutamente todo, lo bueno y lo trágico y lo doloroso va quedando atrás.
La versión de Turner saldría tan solo dos años después del debut en manos de Fogerty y los Creedence, pero el tema cobró vida y eternidad en la voz atizada de aguerrido entusiasmo que incendiaba la garganta de Turner. Después se sabría que ella libraba su propia guerra doméstica y que también habría que dejar en las riberas años de dolorosa violencia física y maltrato emocional que le propiciaba su marido Iker Turner.
En un acto inauditamente opuesto a las consignas que sostienen el feminismo actual, Tina decidió mantener el apellido de su esposo y con él hacerse una fama que mezclaba soul y rock pop con ganchos de voz destemplados arrastrados por una nobleza fermentada en terciopelo y cemento que tanto caracterizó a la voz de Tina Turner.
En tanto a la versión de “Proud Mary” me quedo con la de los Creedence acaso por su sensibilidad enteramente masculina. La canción “You´re simply the best, better tan all the est, better tan anyone” siendo mi favorita, otra es “I don’t wanna fight” por sus líneas coros pop y su letra de cruel optimismo.
La inesperada y muy dolorosa muerte de Tina Turner trajo de vuelta sus éxitos a las bocinas que hoy conviven sintonía con el bluetooth y la justicia social digitalizada.
A pesar de que la vida personal de Turner, allanada de momentos crudos, sus canciones dan forma a musicales en teatros de Nueva York y Chicago. Las letras no ceden a la autocompasión. Su mejor venganza fue sobreponerse a la cruel intimidación ejercida por su esposo Iker Turner en casi la totalidad de su matrimonio con el glamur desprolijo de los contratos millonarios y el calor de los barrios populares y peligrosos. La continuidad del repertorio de Turner se detiene en puntos de inflexión que vuelven a la calle para honrar su inspiración, como pasa en su icónico video “What’s love got to do with it”.
Quizás su inconsolable pérdida sirva para apreciar la honradez de su rock, porque si algo tuvo Turner es nunca frivolizar su tragedia personal. Tan solo dejándola a la orilla del río.
Jugadas de la Vida
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