Thalía: “Si quieres que te acepten, que te den ‘likes’ y que te quieran, ya la jodiste”

EL PAÍS

CARLOS MEGÍA

Los papeles han cambiado. Hoy es ella, la artista con mayúsculas, la reina del pop e icono de la cultura latina durante las últimas cuatro décadas, la que abraza el rol de fanática incondicional y ardiente grupi: “Cada vez que me manda un mensaje o platicamos, yo grito. Es como si saliera de los pósters de mi habitación de adolescente. Me emociono porque fue mi primer crush. O sea, es David Summers, carajo”. Ni la frialdad intrínseca de una videollamada rebaja un ápice el entusiasmo y la dulzura granítica que despliega la artista mexicana Thalía (Ciudad de México, 51 años) al desgranar su amor platónico por el líder de Hombres G, el grupo protagonista de su adolescencia musical y ahora detonante de su nuevo proyecto profesional. ThaIia’s Mixtape: El Soundtrack de Mi Vida es un homenaje en forma de álbum y docuserie a la escena del rock y el pop en español en los que bandas como Soda Stereo, Mecano o la mencionada formación madrileña comparten con ella las joyas de sus respectivas discografías. “En el verano de 2019, mientras viajaba en mi carro, escuché Devuélveme a mi chica y arrancó este sueño en mi cabeza: yo quería ver a David Summers destrozando ese Ford Fiesta blanco y prendiendo en llamas ese jersey amarillo”, recuerda ahora.

Un sueño cumplido más en la extensa lista de hitos de la intérprete de éxitos como Arrasando, impulsado en esta ocasión por el deseo de que las nuevas generaciones en general, y sus dos hijos en particular, conozcan de su mano las mechas más centelleantes de su fuego artístico. Sentada en un pequeño set decorado con el espíritu ochentero que impregna el disco —que se publica este 28 de abril—, alega que “ellos tienen que saber de dónde viene la música, su transcurso y evolución”.

Pero que nadie espere encontrarse en unos años con un nuevo caso de cachorros del nepotismo en la industria musical. Sabrina (de 15 años) y Matthew (de 11), fruto de su matrimonio de 22 años con el productor discográfico Tommy Mottola, parecen estar lejos de querer seguir los pasos profesionales de sus progenitores. “Están en la onda creativa, pero el mundo del entretenimiento no les interesa en absoluto: hacen diseño de computación, animación, crean cómics… No quieren estar jamás en el ojo de la cámara”, explica Thalía.

La cantante, que con solo un año de vida ya anunciaba refrescos en televisión, conoce bien los rigores de la exposición temprana. Epítome de niña prodigio, vivió sus primeros años de vida entre audiciones y concursos de talentos y formó parte después de grupos adolescentes como Din-Din y Timbiriche. Defiende que no cambiaría nada de lo vivido, pero admite, con esa característica mezcla suya de calidez y firmeza, que desearía haber empezado más tarde su carrera artística. “Me hubiera ahorrado eso de estar en los platós de televisión a los seis años modelando y haciendo coreografías para entretener a los chiquitos en las fiestas infantiles. Los niños deben ser niños y nosotros debemos darles apoyo y amor”, precisa. Después llegarían telenovelas de éxito global como Rosalinda y una carrera como solista, siempre camaleónica, que la llevaría a liderar la explosión latina en territorio anglosajón con éxitos como Piel morena o Amor a la mexicana. Un camino que recorren hoy admiradores confesos como Maluma o Karol G, quien la calificó como “su primer icono”. Ella agradece los halagos, pero se muestra expeditiva respecto a su relación con la gloria de antaño: “El pasado es pasado, no puedo tratar de repetir lo que ya se hizo. Y mi mente no para. A veces me cuesta estar en el presente porque siempre estoy inventándome proyectos”

El paso del tiempo no solo no ha convertido a Thalía en un juguete roto o en una diva amortizada tras despachar 25 millones de discos en todo el mundo. La intérprete sigue cosechando éxitos globales como No me acuerdo y brilla en su faceta de influencer viral en TikTok o Instagram, donde supera los 20 millones de seguidores. Dueña de una genética tan privilegiada como cultivada, su estatus como icono de estilo se ha mantenido imperturbable a tenor del frenesí con el que los medios de comunicación iberoamericanos teclean noticias sobre cada uno de sus cambios de look. A los 51 años, ella se niega a que “el tabú de la edad” suponga un estorbo o una rienda a su determinación de seguir arrasando con la vida. “¿Cuántos años tiene?’, ‘¿cuántos seguidores y likes?’, ‘¿cuántos premios y récords?’ No tiene sentido ver al ser humano en números”, reprocha con un rictus algo más sobrio. “Es importante poner en la mesa temas como el edadismo, pero desde una perspectiva de amor y respeto al otro. Al final, es importante entender que todos vamos a la tumba. Todos vamos a ir para allá”.

¿Qué ha hecho bien entonces para que la discriminación por edad que acostumbra a castigar a las estrellas femeninas en la industria musical no haya hecho mella en ella? Thalía enumera ingredientes como la disciplina, la terquedad —”yo digo sí hasta que me digan que sí”— y la pasión, pero subraya la honestidad como la cualidad más importante. “Si quieres que te acepten, que te den likes y que te quieran, ya la jodiste, ya echaste a perder la cosa. Tienes que ser tú. Habrá gente a la que no le guste lo que hagas, pero otros se identificarán contigo y querrán seguir tu mensaje. La autenticidad es lo que me mantiene aquí”. Un mantra que vuelve a repetir justo antes de dar por finalizada nuestra charla: “Sé tú”.