EL PAÍS
RODRIGO SORIANO
México – Hasta hace unos pocos años, Imelda Hartley vendía tamales en la calle frente a una lavandería en Phoenix (Arizona) y dentro de una semana llevará el famoso plato mexicano al entorno de uno de los eventos deportivos más importantes (y caros) del mundo. La llegada del Super Bowl supone un motivo de ilusión para esta migrante mexicana de 52 años que llegó con 14 a Estados Unidos desde el Estado de Sinaloa. Hartley, apellido que adoptó de su exmarido estadunidense, no cuenta siquiera todavía con un restaurante fijo, pero gracias a varios programas de apoyo ha logrado escalar su pequeño negocio hasta el gigante del fútbol americano. “Mi mayor sueño es poder vender los tamales en mi propia tienda y construir un lugar con nuestra propia cocina. Quiero que nos demos a conocer, mostrar nuestra visión y llegar a los espectadores”, comenta Hartley a este diario a través de una llamada.
La llegada de Imelda Ontiveros (su nombre de nacimiento) a Estados Unidos ocurrió casi por error y sin saberlo. Viajó a Tijuana, en Baja California, para buscar a su hermano mayor, del que no tenía mucha información y, más tarde, descubriría que vivía a unos 177 kilómetros del lugar, en Mexicali. La sorpresiva aventura comenzó cuando fue a buscar comida después de que se le abriera el apetito. Cuenta que se subió un autobús en el que se leía “playa de Tijuana” y una vez allí, comenzó a caminar por la arena. “Crucé a EE UU sin saberlo”, afirma. Una vez en el otro lado de la frontera, pasó varios años en San Diego, California, y más tarde se mudó con sus hijos a Phoenix, donde comenzó a formalizar y a desarrollar Happy Tamales, proyecto que fundó en 2015 y que, ocho años después, le ha llevado a ser una de las proveedoras del masivo evento deportivo.
El comienzo del proyecto surgió como una necesidad. “Los tamales son parte de mi herencia. Los hago en el Día de la Candelaria o en Fin de Año. Les mandaba a mis hijos para su almuerzo, y pronto empezaron a llegar órdenes, de algún profesor y de algún padre”, relata la cocinera, que más tarde empezó a venderlos por docenas frente a una lavandería para sobrevivir. Hartley se graduó en el Programa Consular de Emprendimiento para Mexicanas en el Exterior (PCEME), una iniciativa impulsada por el Consulado de México en Phoenix que trata de dar las herramientas a las mujeres mexicanas para fortalecer o crear su negocio. Allí, y tras tomar un curso de emprendimiento, propulsó Happy Tamales. Ahora renta una de las cocinas fantasma (ghost kitchen), una cocina en la que elabora comidas para llevar, con la esperanza de poder montar un negocio en el que tener su propio lugar de trabajo. Con su participación en el Taste of the NFL, el evento culinario anual impulsado con motivo del Super Bowl creado para crear conciencia y recaudar fondos para luchar contra el hambre, buscará que su deseo se haga realidad.
Tamal “esperanza” con salsa verde
Por teléfono, Hartley comienza a dar nombre de algunos de sus tamales: el “joy” (alegría), un tamal a base de camote; el “nuevo comienzo”, con plátano macho como base y con verduras horneadas; o el “hope” (esperanza), que lleva una salsa verde a su manera, “con un toque”. Los nombres de cada tamal evocan al sentimiento creyente de una mujer que cada vez que se despide da sus bendiciones. La cocinera mexicana cuenta que su secreto en la cocina está en “orar”. “Quiero que mis tamales no solo llenen y entren en el alma y el cuerpo, sino que también traigan felicidad”, explica.
En los ocho años de profesionalización del negocio, Hartley ha tratado de apoyar a las víctimas de la violencia, como la que ella misma sufrió durante 20 años a manos de sus parejas. En esas dos décadas, Hartley sufrió agresiones físicas, psicológicas y hasta una violación, hechos que recoge en su libro La Guerrera de Dios. “Estuve con un hombre que me mandaba al hospital a cada rato. Me tenía amenazada, decía que me mataría o mataría a mis hijos si contaba algo”, cuenta por teléfono. Ahora, la cocinera busca mostrar su apoyo y trata de mandar el mensaje de esperanza. “Se trata de romper ese ciclo, algo que necesita un proceso”.
Desde hace tres años, la cocinera pasa el Año Nuevo con la gente sin hogar, a los que trata de ofrecer comida caliente y cobijas. “Normalmente, una persona tiene, al menos, un plato de comida. Estas personas no cuentan eso. Deseo darles una sonrisa”, afirma. La cocinera cree necesario que las mujeres a las que también trata de ayudar no se limiten a la hora de intentar salir adelante o de impulsar su propio negocio. “Muchas mujeres tienen sueños, pero se limitan. Dicen frases como ‘estoy mayor’ o ‘quizás se rían de mí si hago esta u otra cosa’. Tienen que saber que el fracaso, en realidad, no es un fracaso, y que sí que se pueden hacer estas cosas”, indica Hartley, que empezó Happy Tamales a pesar de tener que cuidar a 10 hijos (ahora tiene 14).
Ahora, a tan solo unos días de la celebración del magno evento, la cocinera mexicana trata de dar un paso más en su negocio, para tratar de cumplir lo que considera su “mejor sueño”. De la mano de Pepsico Foundation, Hartley ha conseguido entrar en el acelerador de empresas hispanas IMPACTO, con el que, ahora, podrá llevar sus tamales al Taste of the NFL. Al otro lado de la línea, y a más de 1.200 kilómetros de su natal Culiacán, la cocinera mexicana se despide amablemente: “Adiós, bendiciones”.