Cipriano Miraflores
Ante la igualdad que presupone la política, igualdad que nos ubica en situación inerme ante los propios ciudadanos, necesitamos que reconozcamos la superioridad de la asociación política, llamada Estado. Un Estado debilitado es grave para nuestra seguridad y existencia misma.
Vale decir que la política de igualdad nos pone en peligro ante nuestra propia extinción La disyuntiva es: nos conservamos como especie o en una borrachera de igualdad que produce, valga la expresión, la desigualdad más feroz, sólo cabe la sociedad del mérito en una sociedad de oportunidades.
En la gestión pública desde la perspectiva de la operación política, se debe tener la capacidad de la adaptación a las circunstancias, simulando y disimulando, siempre alerta para percibir los sentimientos, las ambiciones, pensamientos e intenciones de los hombres en la sociedad y en los dispositivos del gobierno.
Al detalle se tiene que estar alerta de las relaciones entre los hombres, el conocimiento de sus necesidades, sus opiniones, sus preferencias, qué posibilidades de éxito tienen los que así se relacionan, el conocimiento de sus estrategias es de gran valía.
Qué ocultan, la sociedad es un mundo de las apariencias, en este caso, el uso de la mejor ocasión para la acción distingue la operación política. El control social se hace indispensable, tiene que ser invisible, la conservación de la vida y del bienestar de la gente lo vale, no hay mejor libertad que la propia existencia.
La piedad sobre los delincuentes deben ser cosas del pasado, el grado del castigo se da de acuerdo al grado de la falta, la mayor falta, los atentados colectivos y las afectaciones a la naturaleza. Los hechos valen por arriba de las palabras. No vale ninguna política de abrazos y no balazos, es una verdadera tontería. Claro desde la perspectiva del Estado, vale desde la perspectiva de la religión.
Fiarse de las personas ha costado demasiado a la población, sin embargo, para ganar reputación es necesario hacer creer que se cree en los hombres y en la propia humanidad, esto es importante para tener credibilidad y legitimidad ante la falta de credibilidad humana.
Enmascarar siempre las acciones con los colores ficticios de la honestidad y la bondad, la maldad humana no le gusta su propio reflejo, le asusta, lo rehúye, no es aceptable el reconocimiento de esta naturaleza humana, por ello, la existencia de un referente distinto es siempre motivo de tranquilidad. Es de observarse que estos dispositivos de Maquiavelo son ampliados y perfeccionados porque así son las nuevas circunstancias.
Hoy en día cuesta en demasía hacer feliz a los hombres, otorgarles seguridad y bienestar se ha vuelto el oficio de lo más calificado y complicado, ya no se trata de la aplicación de la lógica y del sentido común, las herramientas, los métodos, los procedimientos requieren de mayor claridad y profundidad, las estrategias y las tácticas han adquirido una nueva dimensión, la operación política se ha vuelto sofisticada.
Un nuevo reto para los gobernantes. Estas ideas, muy contrarias al orden de las cosas pueden causar escozor en las mentes tradicionales, en los dogmáticos, en los costumbristas, a los principistas, nos pueden llenar de improperios, sin embargo, la realidad de las cosas requiere de nuevos paradigmas para conservar el mundo y para salvar a la especie humana.
No hay otro camino, los dioses o Dios siempre requieren del creyente, del hombre de fe, el nuevo referente, la operación política, es sólo una herramienta, un dispositivo, un mecanismo que el hombre requiere para vivir bien y en paz, en el sentido, de que la responsabilidad de ello, será siempre de los gobernantes que para ello existen.