Juan Manuel López García.
La sociedad actual es compleja. Atravesamos como individuos y en colectivo una serie de problemas y situaciones que nos afectan a todos en mayor o menor medida. Aunado a esto, gobernar tampoco se vuelve más sencillo, los recursos con los que cuentan nuestros tomadores de decisiones son limitados en varios sentidos: desde lo económico, hasta la capacidad para absorber información sobre la cual actuarán en pro del bien común, esperamos.
El Día Mundial de la Filosofía, el cual se conmemora cada 16 de noviembre, nos permite volver a nuestros orígenes para intentar seguir el paso acelerado de los cambios a los que se enfrenta nuestra sociedad. Partir desde la reflexión y diálogo respecto a una gran variedad de temas que como individuos que se involucran en los asuntos públicos nos competen debería ser la ruta para identificar la posible solución del resquebrajamiento social percibido por muchos.
Todos somos a ratos filósofos sin saberlo, en Atenas da origen la enorme cátedra de filosofía. De muy joven filosofé a ratos, como cualquier otro adolescente, porque a esas edades el tener sustento y escuela sin necesidad de trabajar para sufragarlas, se era bastante libre y cuando se es libre a uno le surgen inquietudes filosóficas como en mi caso que bajo los árboles de aguacate que albergaba un terreno adyacente a mi casa, y cubierto de su sombra acostado sobre el pasto y de piernas entrecruzadas me daba rienda suelta a formularme preguntas de fondo, como qué era la felicidad, cómo crecían los árboles, por qué el firmamento es azul, las nubes blancas. El darme cuenta que todos trabajaban desde el jardinero, como el que recoge la basura, que mis padres hacían lo propio, es decir si hay aprietos de veras, no había tiempo para ellos de filosofar. En esta controversia estoy eco lado de Aristóteles que preconizaba un ocio en acomodado como requisito para dedicarse al pensamiento.
Ya en la preparatoria tuve la cátedra de filosofía con un cura Juan Trench en el colegio Carlos Gracida, con quien me atraía polemizar, siempre inquiriendo, me resultaron muy interesantes las leyes del silogismo contaron con mi aprobación algo embarullada per entusiasta y Kant me pareció u ser grande. Ya más adelante en la carrera en mis primeros semestres en la Universidad La Salle en la Ciudad de México, me adentré en Sócrates con otro cura lasallista, con la cicuta y Diógenes su candil, para que hablar: formidables.
La justicia, la igualdad, la libertad, el poder, la democracia entendidos a través de la discusión, nos permiten comprender el mundo tal cual lo conocemos, pero además, formar una opinión fundamentada sobre los mismos, manteniendo una apertura a las distintas perspectivas. Es ahí donde nosotros como ciudadanos podemos involucrar a nuestros representantes, para que a su vez, entiendan la relevancia de retroceder al origen de estos conceptos y retomar desde el punto donde nos desviamos.
Aunado a lo anterior, cuando en conjunto reflexionamos y nos cuestionamos nuestros principios y creencias, crecemos como individuos, pero también como sociedad al intentar definir y construir en conjunto un mejor mundo, encaminado hacia la paz. No dejemos de cuestionar aquello que nos parece incorrecto, aquello que debería cambiar, definir lo que éticamente debería guiarnos como colectivo e individuos.
Finalmente, y a manera de invitación, es importante que, desde una visión de la gobernanza, todos participemos en el diseño de alternativas para dar respuesta a los grandes desafíos contemporáneos a los que nos enfrentamos, incluyendo a nuestros gobernantes, por lo que ellos a su vez deben volver a los orígenes de la política: a cuestionar su actuar, a reflexionar y escuchar otras perspectivas, a utilizar la razón. Ergo, hay que luchar, luchar siempre, pero siempre luchar desde espacios más informados que construyen realidades menos desiguales y pacíficas. Porque es el sendero seguro la música de la filosofía.
Jugadas de la Vida.
Tanto en el nacimiento como la muerte de Mark Twain coincidieron con la aparición de del cometa Halley.
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