REFORMA
Jesús Guerrero y Francisco Robles
Acapulco, México (26 octubre 2023) .-Durante las primeras tres horas del miércoles, los vientos del huracán “Otis”, categoría 5, empujaron todo lo que encontraron a su paso en las costas de Guerrero. La lluvia, intensa, bañaba lo que las ráfagas dejaban en las calles, en la arena y en los cerros.
La Autopista del Sol, carreteras y veredas resultaron afectadas. Dos puentes rotos y la suspensión de electricidad e internet. Se reportaba un inmenso e incalculable daño material, pero no había datos de pérdidas humanas.
Acapulco fue destrozado.
Quedó sin servicio de agua potable. Incomunicado y aislado. Los accesos por tierra tapados por deslaves. Por aire, tampoco podía accederse tanto por el clima lluvioso y de ventarrón y porque el aeropuerto quedó inutilizado.
Hoteles, comercios, restaurantes, condominios y viviendas pequeñas y humildes quedaron hechas cascarón desnudadas por ráfagas que alcanzaron hasta 315 kilómetros por hora.
La emblemática zona de Punta Diamante amaneció con inmuebles que parecían en obra negra. En esa área y también en las colonias populares, las avenidas estaban anegadas con carros, láminas rotas, animales muertos, árboles y anuncios espectaculares flotando. Los muebles de los departamentos y cuartos de hotel salieron por las ventanas y cayeron en el asfalto.
Tan sólo en el puerto y sus zonas conurbadas se estima más de un millón de personas afectadas, que no podían comunicarse con familiares ni autoridades; sin agua y sin alimentos.
Además, otras 400 mil personas de otros municipios también sufrieron afectaciones en sus propiedades.
Miles de turistas quedaron atrapados en los hoteles inutilizados.
En los barrios populares de Progreso, Garita, Las Cruces, Colonia Zapata y Renacimiento, en medio de la oscuridad e incertidumbre, sólo se prendían unas cuantas lámparas desde las ventanas de las casas maltrechas e inundadas.
Pronto la gente entró en desesperación. La rapiña se registró en supermercados y tiendas de abarrotes.
Los muelles de la marina mostraban otra dimensión de la tragedia, con decenas de embarcaciones hundidas y golpeadas. Parecían depósitos de cacharros.
A la memoria de los residentes de Acapulco regresaron los recuerdos del huracán “Paulina”, de 1997, que dejó 147 muertos; y de la tormenta tropical “Manuel”, de 2013, también con decenas de fallecidos. Pero aquello fue un desastre de lluvia. Ahora fue un viento devastador.
Las lluvias asociadas al huracán “Otis” provocaron el desbordamiento de los ríos Papagayo, Balsas y Truchas, así como unos siete cortes carreteros por deslaves en la Autopista del Sol, lo que causó que el paso entre Acapulco y Chilpancingo quedara obstruido. Por el cauce del río Papagayo se veían estufas y refrigeradores arrastrados de casas que quedaron derribadas.
Localidades como Coyuca de Benítez y San Marcos, en la costa de Guerrero; así como Ajuchitlán del Progreso, en La Montaña, y San Miguel Totolapan, en la sierra, también resultaron con graves afectaciones.
Tras el impacto de “Otis” en Guerrero, el Gobierno federal activó el Bono para Catástrofes, que ofrece una cobertura de hasta 485 millones de dólares y se activa según el nivel de severidad en casos de huracanes y terremotos.
Además, la Secretaría de Hacienda dijo contar con presupuesto para atender la emergencia, a través del Fondo y el Programa de Desastres Naturales, por 35 mil millones de pesos.