Las fiestas cívicas son de todos.

Me ha llamado mucho la atención saber que Epicteto no dejó nada por escrito y fue su alumno Arriano quien escribió el libro Manual de Epicteto en el año 108 d. C. Se trata de una recopilación de conferencias del griego de la corriente filosófica llamada estoicismo nuevo o estoicismo romano. 

Una de las características principales de ley estoicismo es la ética, la virtud y la naturaleza humana. Epicteto invita con este manual a predicar con el ejemplo, a que hablen nuestras acciones por nosotros, a lograr la paz interior, tenerla como prioridad para conducirnos a una vida feliz y plena. La máxima que me parece más poderosa es aceptar todo aquello que no podemos controlar, asumir estos hechos y en cambio enfocarnos lo que sí está a nuestro alcance accionar y modificar. Afirma que la libertad es una meta digna de la vida. Que la victoria se obtiene cuando ignoramos lo que está fuera de nuestro alcance real. 

Expone que todos los acontecimientos son neutrales, no son ni buenos ni malos, tampoco tienen capacidad de dañarnos y que es la interpretación que le damos a los hechos lo que lo que nos puede o no lastimar. Es decir, dos personas pueden vivir la misma situación de pérdida de un ser querido, una la toma con naturalidad y aceptación, mientras que para otra le representa el fin del mundo. Dos acciones diametralmente opuestas ante el mismo dolor.

A pesar de la distancia y del tiempo en que fue escrito este manual, sigue vigente. Entre las recomendaciones que ofrece para tener un crecimiento personal, destaca: ser más sensatos, más justos, más razonables, más serenos, más sinceros y más respetuosos para llegar a ser libres.

De los siguientes puntos de los estoicos algunos coinciden con la práctica de famoso minimalismo: la importancia de la razón y la lógica; la necesidad de vivir de acuerdo con la naturaleza, usar artículos que no hayan dañado animales o el medio ambiente; la importancia de la virtud, la moralidad, de la auto-reflexión y el auto-examen. Estos son sólo algunos de los cincuenta y tres principios que estudió este gran estoico.

Ahora bien, cuanta falta hace leer a las autoridades de este siglo leerlo. Los protocolos oficiales son precisos, impersonales y exactos. La lista de invitados a ceremonias conmemorativas señalan a los ocupantes de los cargos en ese mundo oficial o gubernamental; en ese protocolo no caben las simpatías personales o conveniencia política. Pero en vísperas de celebrar el tradicional Grito, la fiesta patriótica más importante del calendario oficial, no les llegó invitación a quienes debían estar presentes, a los representantes de los poderes Legislativo y Judicial.

En esta ceremonia que se festeja en todo el país desde las residencias del Ejecutivo estatal y municipal en la que se practica un acto además democrático y popular, el Poder Ejecutivo federal “se reserva el derecho de admisión” y en un acto grosero y lesivo, no autoriza se invite a las ceremonias en honor a los llamados Niños Héroes de Chapultepec, ni a la de el Grito a la presidenta del Poder Legislativo Marcela Guerra porque es miembro de otro partido político.

Tampoco fue invitada la presidenta de la Suprema Corte de Justicia, Norma Piña, ni a la del Poder Judicial, a la presidenta de la mesa directiva del Senado y Ana Lilia Rivera. Tampoco fue invitada Azucena Uresti. No ingresan al recinto convertido en domicilio como si fuera particular del Ejecutivo a quienes estén contra los proyectos de nación llamado “de la 4T”. Con ello, como dijo un ex ministro de la Suprema Corte, José Ramón Cossío: “el Presidente de la República no es el dueño de las Fiestas Patrias”.

Un gobernante puede invitar a quien desee en una fiesta privada o a quien estime, pero monopolizar el Grito, el desfile del 16 o antes, la ceremonia de homenaje a los cadetes de Chapultepec que murieron en su defensa en 1847, es una forma de apropiarse de las celebraciones. Terrible confusión llena de resentimiento por desconocer la importancia de los contrapesos en el poder. Lo que han hecho los ministros es defender la Constitución, echar abajo leyes hechas “al vapor” que violan los principios de la Carta Magna. Abajo el plan B electoral, la militarización de la Guardia Nacional y la del espacio aéreo se descalifica al Poder Judicial, afirmando que “son representantes de la oligarquía…” En este ahora “Club de Tobi” seguirá la mata dando hasta el último día. Y ya no hay tiempo de rectificar. Los asesores han fracasado, al dejar al garete que las fiestas cívicas son de todos.

Jugadas de la Vida.

Thomas Jefferson inventó el gancho para colgar abrigos.

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