Los unió el espanto.

Juan Manuel López García.

El horror de los cinco jóvenes desaparecidos en Lagos de Moreno ha sacudido al país entero. Es tal el desconcierto que una de las reacciones más repetidas ha sido afirmar que los perpetradores no pueden ser humanos, sino bestias, carentes de cualquier rastro de civilidad. Este análisis puede ser tranquilizador en términos morales, pero no ayudará a salir del profundo abismo en el que estamos sumergidos como país.

Inútil polémica creada porque el presidente en lugar de atender las preguntas de la prensa en relación a los crímenes, al parecer, “levantados”, optó por contar un chiste, actitud que ha causado indignación mundial. Y aunque trataron de justificar él y su vocero “que no los oyó”, al revisar los videos llega uno a la conclusión de que no es posible que no haya escuchado a varios periodistas cuestionándolo acerca de la desaparición de estos pobres jóvenes que simplemente asistieron a la feria de su localidad a divertirse. ¿Qué daño pueden causar jóvenes de 20 años de edad promedio? Incluso, para variar, López calificó como “un invento” de la prensa vendida y alquilada y en una actitud retadora, afirmó que no tenía por qué ofrecer disculpas, porque fue un invento y “estamos atendiendo el tema”. Supongo que ignoró el tema porque las preguntas provenían, como siempre, de algún periodista enviado por Claudio X. González, por la mafia del poder, o por sus contrincantes y enemigos. Inches periodistas Fifís. El tema de los cinco jóvenes no estaba en el guión del circo mediático de esa mañana y mejor ignorarlo.

Al presidente no le gustan estas noticias, ya que para la narrativa electoral de la CuatroTé la violencia no existe; simplemente por decreto ya todo es amor y paz en la República. Pero además, él siempre quiere ser de quien se hable, al grado de siempre ser él la víctima. Nunca vamos a olvidar cuando con una risa burlona dijo: “ahí están sus masacres”

Pero independientemente que haya escuchado, o no, es claro que debió ser un asunto que por lógica debieron tratar esa mañana en la reunión del gabinete de seguridad que tanto presumen llevar a cabo cada madrugada; y López Obrador sabía que todo el país estaría al pendiente de la información que compartiera de este triste asunto, pero prefirió guardar silencio con “no oigo”, así como tampoco escucha a las familiares de los desaparecidos (más de 100 mil), a los padres de los niños con cáncer, de los que esperan medicamentos que nunca llegan, aquellos que nunca les llegan apoyos que tanto presumen otorgar (no a todos), y tantos grupos más que se niega rotundamente atender, ya no digamos resolver sus problemas.

Este suceso no es aislado. Recordemos que en días pasados en Veracruz, después del cateo en cinco inmuebles, encontraron un número aún indeterminado de cadáveres almacenados en hieleras y refrigeradores. Dependiendo de la fuente, se ha dado la cifra de entre 32 a 13, (que su frívolo gobernador acusó que nada más eran trece y no treinta y dos los muertos) pero no son simples cifras, son vidas humanas de lo que hablamos. Todo esto nos lleva concluir que es cierto lo que afirman los senadores estadounidenses de que ya gran parte del territorio nacional esta controlado por el Crimen Organizado, y mucho de esto tiene la responsabilidad el gobierno federal, en especial el presidente por su política permisiva de “abrazos no balazos”, que dio oportunidad de crecer a los cárteles exponencialmente, ya que es claro que no tiene ninguna estrategia para combatirlos.

¿Hasta donde van a dejar intervenir al Crimen Organizado en las próximas elecciones? ¿Que, lo acontecido hace unos días en Ecuador donde asesinaron al candidato Fernando Villavicencio, quien había sido amenazado por un cártel mexicano y que involucró en sus declaraciones a AMLO, no nos preocupa a todos?

Este macabro acontecimiento sólo puede explicarse a través del funcionamiento de un perverso sistema de incentivos, alimentado por la impunidad. La disputa de los cárteles se ha trasladado también al plano mediático. Los grupos criminales tienen que dar golpes de efecto, hacer propaganda. Esto explicaría la filmación del aterrorizante video difundido en redes.

Luego, estos grupos no son un ‘tumor’ ni un accidente de la sociedad. Son el resultado de tolerar la violencia, la impunidad y la corrupción. No actúan para desestabilizar al Estado mexicano, como ISIS u otros grupos terroristas, sino que el Estado está profundamente imbricado con ellos.

Lo simplista sería dividir a la sociedad entre bárbaros y ciudadanos, pero la interacción es más compleja. Nos reconforta pensar que un mundo es ajeno al otro, leyendo sobre fosas y tomando lattes en Andares. Si de plano renunciamos a la empatía y a la indignación colectiva, habremos perdido también la batalla moral.

Que el dolor nos lleve a reflexionar nuestra responsabilidad colectiva: qué hicimos o dejamos de hacer para que Diego, Uriel, Dante, Roberto y Jaime hayan padecido algo que no debió suceder jamás. Lo que cientos de personas en Lagos de Moreno salieron a las calles para pedir por ellos, que los unió el espanto.

Jugadas de la Vida

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Twitter: @Juanmalogar