EL PAÍS
RODRIGO SORIANO
México – 24 ABR 2023. La música regional mexicana se ha hecho un hueco en las listas globales de grandes éxitos, dando un paso al frente y sacando músculo para diluir la marcada frontera que encerraba al macrogénero musical en el territorio norteamericano. Siete canciones del regional se han adentrado en el Top 50 Global de Spotify, la principal plataforma de referencia musical: seis corridos y un tema con tintes gruperos. Los expertos consultados por este diario defienden que se trata de un boom histórico, apoyado en el éxito de estas plataformas de streaming y la reinvención de los ritmos tradicionales por parte de los nuevos artistas. El retorno a los gustos tradicionales mexicanos traza una tendencia positiva que, de momento, no deja de crecer.
“Los latinos teníamos mucho que cantar, que bailar, que mostrar, pero no teníamos los medios. Ahorita, con la era digital, creo que se está redescubriendo la riqueza de la música latina”, apunta David Ortega, el vicepresidente de Artista y Repertorio (A&R) de Sony Music México. Considera que las nuevas generaciones están reinventando las decenas de subgéneros que congrega el regional mexicano –como la música de banda, la ranchera o el corrido–, y han dado un soplo de aire fresco al género que desde hace años serpenteaba casi exclusivamente entre el público mexicano. “Es la musica tradicional de toda la vida. Esta nueva generación está reinventando, abrazando nuevos géneros, gestando de alguna manera sonidos nuevos, y eso está conectando con la gente más joven. Eso está haciendo que esto sea un boom histórico”.
Ortega llegó a la industria musical hace 20 años, lo que le convierte en una voz autorizada en el negocio. Defiende que el consumo masivo de la música regional siempre estuvo en el elenco de los gustos del pueblo mexicano, a través de los conciertos y las fiestas populares. El inicio de las plataformas y el desarrollo de los charts –los registros de datos– han demostrado la tendencia positiva del macrogénero. El vicepresidente resume la tesis con una frase: “Los números son reales. La escena está traspasando la frontera”. La música regional ha visto cómo sus expectativas han ido trasladándose a la realidad sigilosamente. Peso Pluma, un joven mexicano convertido en fenómeno musical, llegó a superar a Bad Bunny en los catálogos de éxitos con el sonado corrido Ella baila sola, dando un giro al panorama. No fue un caso aislado. Coachella –el gran festival de música estadounidense– apostó por regional de la mano de Grupo Firme, incluyéndolo en su importante cartel de actuaciones.
Las listas globales han dado lugar a una heterogénea mezcla de estilos entre los éxitos: desde el pop, al trap, pasando por el reguetón y el rap. El relaciones públicas de artistas como Pepe y Ángela Aguilar, Mario Larios, cree que los gustos son primordiales a la hora de comprender el éxito de una canción. “Lograr comunicar algo vale la pena, quien gana con eso es el público. Al público no puedes engañarlo. Quizás se puede manipular una lista, pero la gente no es tonta. Si no le gusta, no lo va a consumir”, destaca. Con los años, ha notado una mayor profesionalización y especialización de los músicos del regional: “La gente que crecía o hacía un grupo y empezaba a funcionar, pero no tenían nociones de cómo era la industria de la música. También había gente que estaba muy preparada y que se rodeaba de especialistas. Hoy en día es diferente. Los hijos de esos fundadores están preparados, estudiaron, saben lo qué es el business music [el negocio musical], saben qué es la producción, saben lo que es el marketing”.
Una vuelta a las raíces
Los nuevos artistas mexicanos han retomado los ritmos clásicos de géneros como el corrido o la ranchera: desde cantantes como Peso Pluma o Natanael Cano, con el fenómeno del corrido tumbado –una variante que echa mano del reguetón y el rap–; hasta Yuridia, una cantante de pop que dio un giro a su carrera con Qué agonía –una ranchera en colaboración con Ángela Aguilar–. La cantante de mariachi Rosy Arango ha visto en esta tendencia un camino de vuelta a las raíces originarias mexicanas. “[Para mí, la música regional] representa a mi país, al recuerdo maravilloso de mi abuela cocinándome un mole. Es un recuerdo de mis abuelos, de mi pueblo, de mi tierra”.
Arango ve belleza en esta búsqueda de los clásicos, en ese diálogo entre los nuevos artistas y la tradición musical mexicana. La ola de las plataformas musicales y el auge del género también ha impulsado a sus canciones –que mantienen el mismo estilo desde hace dos décadas–: “Me empieza a oír gente de menos de 30 y 20 años. Sigo cantando lo mismo. Y yo digo ‘bueno, ¿qué está pasando?’. No he cambiado nada, sigo cantando las mismas de José Alfredo [Jiménez]”. La cantante de mariachi habla con seguridad al afirmar que el panorama internacional ha comenzado a voltearse para ver el trabajo musical llama a las puertas de los éxitos: “Nosotros estamos donde siempre, pero creo que [esta tendencia] también ha pasado porque estamos reconociendo nuestra grandeza”.
Las dimensiones del país y su situación geográfica representan un amplio mercado para los músicos. “México es uno de los países más grandes del mundo. Con la cantidad de gente que tiene [126,7 millones] se va permeando y va aumentando [el mercado musical]. Estamos pegados a la frontera tanto de Norteamérica como a Centroamérica”, concluye Larios. La frontera de la música regional, sin embargo, también ha tenido una especial presencia en Estados Unidos, donde existe un fuerte arraigo de población de origen mexicano –alrededor de 40 millones de personas, según el Departamento de Estado–. La directora de la Convención BMB (una feria de contratación para artistas), Bárbara Baeza, afirma que la gente con origen mexicano de Estados Unidos “vive de la añoranza”, lo que provoca que el género también se expandan en ese país. Ejemplo de esto son los músicos que conforman el tejano Grupo Frontera –que en los últimos días lanzó Un x100to, una cumbia grupera junto a la estrella puertorriqueña Bad Bunny–; o el trío washingtoniano Yahritza Y Su Esencia –cuyos corridos han generado más de cinco millones de escuchas en Spotify–.
Una oportunidad para la industria
Baeza, habla del éxito desde algunos subgéneros más concretos del regional mexicano: el corrido, la banda y, sobre todo, el grupero: “Ahorita, todas las ferias, todos los eventos públicos están invadidos por este tipo de estilos gruperos y de banda. Desgraciadamente no le estamos dando mucho auge al género mexicano en sí, al mariachi y a la música contemporánea”. La también representante de artistas considera que en México no se han especificado lo suficiente los géneros, y trata de hablar puntualmente de las distintas ramificaciones del enorme género regional mexicano.
Desde Sony, Ortega apunta que la disquera ha comenzado a mostrar una fuerte apuesta en el regional. “Más que verlo como una oportunidad de mercado, lo vemos como una oportunidad histórica y cultural muy grande, que esta poniendo a todo México en el mundo. La responsabilidad de las discográficas en este momento es tirarse de cabeza y apoyar al talento mexicano”. El vicepresidente destaca que el éxito que mantiene el macrogénero mexicano no es una moda pasajera y que exige de una mayor comprensión. “La música mexicana es una cultura y hay que crecer ahí: verla, tomarla, tenerla todo el tiempo en la vena, porque la verdad, es muy importante que la gente conecta con esta música popular la sienta real”.
Ortega considera que el repliegue musical de los artistas a los marcos propios de cada país se ha convertido en un hecho: “Creo que la mejor forma de ser internacional es ir a la raíz, a la base, al origen”. En los últimos años, los artistas de otras partes del mundo han tratado de impregnar los géneros más tradicionales en sus canciones: como la cumbia villera mezclada con reguetón en Argentina –con el ejemplo del músico L-Gante– ; la introducción de tintes flamencos en los álbumes experimentales de la cantante española Rosalía; o la fusión de ritmos colombianos y la electrónica del grupo de Bogotá Meridian Brothers.
Para el vicepresidente de Sony, el auge de los ritmos propios en México no se traduce en una pérdida de la hegemonía musical estadounidense, sino una especie de ruptura de los cánones tradicionales del mercado. “Yo le llamaria un descubrimiento de la variedad y la riqueza de la música latina. Antes de la etapa digital consumiamos lo que ponían los medios masivos y lo que sonaba en las discotecas, en los club o en los bares, y te quedabas ahí. Pero ahora, cuando un artista sube una canción, llega inmediatamente en todo el mundo”, concluye.