REFORMA
Viridiana Martínez
Cd. de México (02 marzo 2023).- Los delincuentes descargan fotografías de jóvenes en redes sociales de perfiles públicos, con las que crean páginas que simulan ser plataformas de venta de contenido sexual. Las difunden, sobre todo, entre los contactos de las víctimas y toman la información de quienes intentan descargar el material para, finalmente, hacer compras no autorizadas con sus tarjetas.
Encabeza Facebook las estafas amorosas
Se trata, en primer lugar, de una modalidad de violencia digital contra las mujeres que concluye con un fraude bancario cibernético.
Fernanda se enteró de que había una cuenta de venta de contenido sexual similar a Only Fans a su nombre cuando sus amigos le avisaron.
Primero hurtaron fotografías de su Instagram para crear una cuenta apócrifa con su nombre en esta red social. En esta última colocaron una liga para promocionar una supuesta página suya en la plataforma FansLy, una de tantas que venden contenido sexual.
Para saber qué publicaban, su novio ingresó al link, dio los datos de su tarjeta para pagar la suscripción y, al abrirla, no había más contenido de ella, sino redirección a páginas pornográficas.
Él empezó a recibir cargos no autorizados durante dos semanas. Regularmente los hacían entre las 20:00 y 21:00 horas.
Como otras víctimas, Fernanda no denunció al considerar que es una labor compleja saber quién se esconde detrás de estos delitos por la falta de regulación en internet. Sólo ella conoce a otras 40 mujeres a las que les ocurrió algo similar.
Cuatro meses después, la falsa cuenta suya de Instagram desde donde redireccionan para cometer el ciberfraude permanece activa, pese a muchos reportes suyos para que sea dada de baja.
EN AUMENTO
El modus operandi fue detectado por la Policía Cibernética de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) en 2022, asegura la oficial y analista, Sandra García.
Los ciberdelincuentes eligen perfiles de redes sociales, en 90 por ciento de los casos de mujeres.
Un doble crimen que empieza con la denigración de la imagen de la víctima -y que está dentro de la legislación vigente como parte de la violencia digital- y termina la sustracción de datos bancarios, la suplantación de identidad en una institución financiera o la comisión del fraude electrónico.
“Esta situación se ha ido propagando derivado de las tendencias que se van dando y a las que se van adaptando a la ciudadanía (los ciberdelincuentes)”, explica García.