EL UNIVERSAL
Daniel Ricardez
A los 14 años, Rogerio López Espejel emigró junto con su familia, de su natal Teotitlán del Valle, en el estado de Oaxaca, sur de México, para trabajar en los campos agrícolas de Estados Unidos. Eran mediados de la década de 1970 del siglo pasado. En su mente estaba intacta la noticia que escuchó por la radio y que lo emocionó al máximo: la llegada del hombre a la Luna, en 1969.
Ese hecho, junto con un obsequio encontrado en una caja de cereal, sembró en él el sueño que lo llevó a convertirse en Ingeniero en Sistemas de Información y desde 1998 está trabajando en la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, en inglés) participando en unas 40 misiones.
Un sueño, un objetivo
“Recuerdo que en 1969 se hizo el aterrizaje del Apolo 11, le pedí a mi madre que me llevara a la ciudad de Oaxaca, porque en ese entonces no había televisión en el pueblo y en Oaxaca pusieron televisiones y fue algo especial para mí, desde ese entonces tenía interés por la astronomía, la ciencia y el espacio”, contó el ingeniero en entrevista con EFE durante una visita al observatorio municipal de Oaxaca de Juárez.
En aquellos días, Rogerio, ahora de 62 años, sentía que todo su mundo era Teotitlán, Oaxaca y nada más, pero me dije: “Algún día podía suceder, luego mi mamá me compró una caja de cereal que traía un cohete del Apolo y lo armaba y lo desarmaba porque era algo novedoso y siempre lo traía en la mente”, añadió.
Cursó la primaria (educación básica) en su natal Teotitlán del Valle, un municipio perteneciente a la etnia zapoteca, y la secundaria (educación básica) en la ciudad de Oaxaca, a unos 25 kilómetros de distancia, sin embargo, la falta de oportunidades llevó a su familia a los Estados Unidos para trabajar como jornaleros.
La realidad y el estudio
Pero a sus 30 años decidió retomar sus estudios para ingresar al Hancock College en Santa María California y a las universidades Chapman y Santa Bárbara también en California que le permitieron ingresar a la NASA en 1998, donde comenzó a participar en los lanzamientos en el área de radiocomunicaciones.
“En 1974 emigramos a Estados Unidos, la familia típica para trabajar en el campo enfocada en ayudarse y me fue imposible en esos momentos terminar mis estudios”, contó.
Fue hasta los 30 años que regresó a continuar su educación “pero fue por el apoyo que tuve de mi familia, principalmente de mi esposa principalmente, quien me dijo que nunca es tarde para continuar” y a los 40 años terminó su carrera.
Pero ya había comenzado a trabajar desde los 38 años “donde se hacen los lanzamientos, pero antes tuve que cumplir varios cursos para prepararme para lo que requería NASA entonces empecé bien en el año 2000, a los 40 años”.