EL PAÍS
SONIA CORONA
México – 11 ENE 2023. Los gestos de la Cumbre de Líderes de América del Norte corrieron esta vez por cuenta de las primeras damas. Beatriz Gutiérrez Müller, Jill Biden y Sophie Grégoire Trudeau —de México, Estados Unidos y Canadá, respectivamente— se encargaron de sacar del molde clásico el papel de la esposa de un mandatario. A pesar de que el encuentro diplomático entre los tres países sigue manteniendo un formato tradicional, en el que deja tareas estereotípicamente femeninas en sus manos, ellas han aprovechado algunos momentos para sugerir un cambio de narrativa.
Posados ante las cámaras, hermosos vestidos y guiños de amabilidad con el resto de los asistentes han prevalecido, pero al menos Gutiérrez Müller y Biden han tenido un momento para tomar el micrófono y decir lo que les importa. Las primeras damas de México y Estados Unidos, de hecho, fueron las primeras en hablar en toda la cumbre. Lo hicieron el lunes con un mensaje contra la discriminación. Sus esposos tuvieron que esperar su turno mientras ellas leían. “Rechazamos todas las formas de xenofobia, racismo, discriminación y clasismo, y nos atrevemos a soñar con un tiempo con el que todos seamos iguales y libres”, decía el mensaje en inglés y español.
Jill Biden, una profesora universitaria que se ha negado a dejar su profesión tras convertirse en la primera dama de Estados Unidos, celebró un encuentro con un grupo de mujeres emprendedoras en la residencia del embajador estadounidense en Ciudad de México. Allí, marcó una buena impresión entre las asistentes al alentarlas a seguir con sus carreras profesionales, independientemente del desarrollo de sus vidas personales. “No es la esposa de alguien, es una doctora por su cuenta. Tiene su propia carrera”, comentó sobre la primera dama Odile Cortés, una de las asistentes al acto.
Biden también se reunió con la división de la NFL en México que organiza torneos de tochito —la versión escolar y de menor riesgo del fútbol americano— en algunas escuelas mexicanas. La primera dama estadounidense se reconoció como una seguidora del deporte nacional. La oportunidad surgió cuando uno de los reporteros que la acompañaba le preguntó su opinión sobre el caso de Damar Hamlin, el jugador de los Buffalo Bills que sufrió una parada cardiorrespiratoria después de un choque en el campo de juego. “Bueno..”, comenzó su respuesta que no llegó a dar tras la interrupción de los organizadores. Seguirá siendo una incógnita la opinión de Biden sobre el deporte que pone en riesgo la condición física de sus jugadores.
De papeles ambiguos para una primera dama también sabe la mexicana Beatriz Gutiérrez Müller. La esposa de López Obrador evita que la llamen por el título oficial, pero durante la cumbre ha ejercido su papel en todos los eventos. Como anfitriona, ha recibido a todos los mandatarios y a sus parejas con la hospitalidad propia de los mexicanos. Como tal, organizó para Jill Biden una lectura de poemas de su programa Fandangos por la lectura. Biden disfrutó por más de una hora de bailes típicos, lectura de textos en voz alta en inglés y español, así como de un acercamiento a jóvenes estudiantes. Gutiérrez Müller se ha encargado de difundir este programa de lectura en diferentes sitios del país cuando acompaña a López Obrador en sus giras por el país.
Al último ha llegado Sophie Grégoire Trudeau, quien regularmente promueve iniciativas sobre igualdad de género en su país, y que ha celebrado su encuentro con los Biden a través de varias fotos publicadas en su Instagram. Grégoire Trudeau ha acudido a una visita al museo del Templo Mayor con Jill y Beatriz, donde el trío ha sido retratado con el monumental monolito de Tlaltecuhtli, la deidad mexica de la tierra. Además, ha acudido a un acto de mujeres indígenas para celebrar su liderazgo en sus comunidades. La primera dama de Canadá ha sido presentadora de televisión y ha aprovechado su cargo para difundir mensajes de empoderamiento para las mujeres. Recientemente participó en el podcast de Meghan Markle hablando del papel de las madres y esposas en la vida familiar.
En la prensa local, las actividades de las tres mujeres ha sido poco difundida y en las publicaciones en las redes domina la atención hacia su vestimenta o sus gestos durante los actos. Valoradas o criticadas por su forma de vestir, hablar, y hasta de abrazar, las primeras damas de América del Norte dan los primeros pasos a través del soft power para cambiar su papel tanto en la arena política en sus países como en las cumbres internacionales.