Jesús Emilio de Leo
En Oaxaca está próximo a iniciar un nuevo ciclo de aproximadamente 2,190 días, duración que tiene una administración gubernamental. Serán seis años que estarán marcados por la elección presidencial de 2024, la cual impactará en la elección de Senadores, Diputados Federales, Locales y Presidentes Municipales.
Estudios de opinión revelan que la sociedad anhela un cambio, pero la paradoja radica cuando hay que explicar el cambio. Hemos demostrado que somos una sociedad de contrastes, ocasionada por nuestra propia visión de entender el mundo y también por el exceso de paternalismo gubernamental, como ejemplo hay que reflexionar en torno al grave problema que ha generado la falta de un depósito final para la basura que todos producimos. Existen segmentos de la sociedad que piensan que es un problema único y exclusivo del gobierno municipal o estatal, por eso es mejor colocarla en la calle para que alguien más se ocupe de ello. Si así fuera, el cambio que se espera, es aquel que solo trae beneficios personales y no aquellos que son necesarios para la colectividad. Hemos dejado de pensar en el bien general.
Sin la perspectiva del bien común, cualquier administración del partido que sea, tiene ante sí una derrota previamente anunciada, lo mucho o poco que se haga no se percibirá como un logro sino como lo insuficiente de su desempeño y a ello han habrán contribuido todas las fuerzas políticas, por eso, la democracia ha generado graves desencantos que nos tienen al borde del endurecimiento de las medidas políticas poniendo en riesgo los derechos ciudadanos.
Gobernar no es asunto fácil para nadie, es una habilidad que requiere sentido común, perfil, coherencia, comunicación y transparencia. Mientras los gobiernos han implementado mayores reglas para el ejercicio de la autoridad, han dejado de lado el mejorar el nivel de la ciudadanía. En sociedades tradicionales de los pueblos de Oaxaca al igual que en sociedades europeas, el nivel de ciudadanía es fundamental para conocer sobre los asuntos públicos, también para entender las oportunidades y los problemas que implican su resolución. La aplicación del presupuesto y la priorización de las obras son asuntos que competen a todas y todos.
La ciudadanía debería de entender que no todos los problemas se van a resolver en 2,190 días, lo que deberíamos de comprender es que nuestra participación ayudaría a resolver muchos de nuestros propios problemas. Sin esta perspectiva, siempre viviremos en el desencanto de las promesas incumplidas y cualquier cambio sólo será de partido hasta que se nos acaben las opciones.