REFORMA
Yanireth Israde
Cd. de México (01 noviembre 2022).- “He sido necrófilo toda mi vida”, afirma el coleccionista y promotor cultural Bruno Newman, autor de La ausencia temprana, libro que será presentado a fines de mes en la Casa Rivas Mercado.
“Desde chico disfruté de los panteones; iba a visitarlos, a tomarles fotos, y ese interés siguió”, cuenta en entrevista a propósito de la obra publicada bajo el sello de La Gunilla Editores.
El volumen documenta una tradición del siglo 17 -más antigua, incluso, y hoy prácticamente extinta-, que consistía en retratar, en pinturas y después fotografías, a los niños fallecidos, o “angelitos”, como se les denominaba, para preservar su memoria, explica el también empresario, fundador del Museo del Objeto del Objeto (MODO) de la Colonia Roma.
“Hay la convicción -o había- de que cuando muere un niño pequeño se convierte en un angelito, porque ha sido inocente. En casi todos los grandes cementerios de México hay tumbas de niños con (representaciones) de angelitos”, observa.
El libro contiene, sobre todo, fotografías de hace 150 años -desde el siglo 19 y hasta mediados del 20- así como daguerrotipos y pinturas, porque antes de los retratos, los pinceles inmortalizaban a los niños que morían, detalla el también autor de El banquete de las banquetas y Las de endenantes, e integrante del patronato de la Casa Rivas Mercado.
Acostumbraban abrirles los ojos durante el proceso, para que parecieran vivos y así recordarlos, añade.
Además, los infantes eran retratados junto a sus padres, abuelos, hermanos o padrinos antes de partir al cementerio.
Las personas que disponían de recursos económicos usaban una carriola fúnebre -como la desplegada en la portada del libro- para trasladar al difunto al panteón, relata el también presidente del patronato de IBBY México.
Pero son ahora una rareza.
Newman calcula que habrá un par, acaso tres carriolas fúnebres en todo el País, y él adquirió una, que data del siglo 19, para el acervo del MODO, en préstamo ahora en la Casa Rivas Mercado, donde se exhibe La Muerte Niña, Un ritual de despedida, muestra que reúne una veintena de retratos de “angelitos”.
Entonces era común que los niños fallecieran de enfermedades hoy tratables, en una época desprovista de penicilina y otras medicinas modernas; el índice de mortandad era muy alto, apunta el promotor.
“Los bisabuelos decían: ‘Fulanita tuvo ocho niños y se lograron cuatro’; era normal, y si un niño había muerto por una enfermedad, digamos común, el ataúd era blanco, y si había sido por mal de ojo o por brujería, el ataúd entonces era negro. De todo esto da fe el libro”, precisa.
Además de fotografías -provenientes de los acervos del MODO, del Museo Soumaya y del coleccionista Daniel Liebsohn-, La ausencia temprana incluye, entre otros textos, testimonios de madres que han perdido un hijo, además de piezas musicales alusivas que pueden escucharse mediante códigos QR, por ejemplo Canciones a los niños muertos, de Gustav Mahler.
Sobre ‘La Muerte Niña’
La Muerte Niña, expuesta en la Casa Rivas Mercado en el marco de su ofrenda 2022, dedicada a María Antonieta su hijo Donald Blair, presenta 22 fotografías que perduran como testimonio de la tradición de retratar “angelitos”, a la vez que muestra las técnicas fotográficas de la época, desde el siglo 19 y hasta finales de los años 40 del siglo pasado, cuando menguó esta tradición, explica en entrevista Cristóbal Arias Gómez, director del recinto.
Con excepción de una foto, las imágenes son distintas a las incluidas en La ausencia temprana, de Newman, libro que forma parte de la muestra y dialoga con ella.
“Es interesante ver cómo el fotógrafo nos proponía diferentes escenarios, por ejemplo niños en el féretro; otras veces los acomodan en un estudios de foto”, observa Arias Gómez.
“Es una tradición que le dio identidad a México, y nos interesa que se aprecie también la calidad artística de los fotógrafos”.
La exposición permanecerá abierta al público hasta 11 de diciembre en Héroes 45, Colonia Guerrero, sede de la Casa Rivas Mercado, mientras que el libro de Newman se presentará en mismo sitio el 30 de noviembre.
Otras miradas a la tradición
Sobre la tradición de los “angelitos”, también se exhibe en estos días de Todos Santos en el Museo de Arte Popular (Revillagigedo 11, Centro Histórico) La Dulce Muerte Niña.
Se trata de una exposición a cargo de José Ignacio González Quinzaños, diseñador y miembro de una familia de panaderos, quien presenta un homenaje a este antiguo ritual desde la perspectiva del oficio del alfeñique, modelado de pasta de azúcar pura de caña.
Su propuesta, de carácter escultórico, abreva de la costumbre de fotografiar a los niños que fallecían a muy temprana edad y que, en lugar de “llorarlos”, se homenajeaban, pues adquirían la condición de “angelitos” al morir sin pecado.
Además, el Museo Regional de Puebla (Murep) presenta la exposición fotográfica Angelitos, una mirada al ritual de La Muerte Niña, la cual revela la forma en que el retrato se erigió como consuelo y esperanza de vida, a tono con la exhibición de la Rivas Mercado y el libro de Newman.