La lotería política

Cipriano Miraflores

Me parece un acierto formular como formas de gobierno en la historia humana en tres fámulas: una primera, es aquella que pone énfasis en las virtudes del gobernante. Esta formula nace con los propios gobiernos. 

La primera reflexión sobre este punto lo hizo el hindú Kautilya tres siglos antes de nuestra Era, en donde destacó las virtudes que tenía el gobernante para ser eficaz. Esta tesis se desarrolla en la historia humana, tiene su punto máximo con El Príncipe de Maquiavelo, hasta nuestros días, donde cierta politología sigue destacando las virtudes del gobernante. Esta literatura se conoce como Norte para Príncipes o Consejo para Príncipes.

La segunda fórmula de gobierno es aquella que apela a la voluntad del pueblo, aquella que lo define como el gobierno del pueblo, para el pueblo y con el pueblo. Debido a lo anterior, se ha buscado la mejor fórmula para que el pueblo gobierne. Como no existe otra fórmula más que por la representación, se llega a la conclusión que el mejor gobierno que apela al pueblo es el que tiene mejor sistema electoral, aquél que mejor exprese la voluntad del pueblo. 

La tercera fórmula de gobierno es aquél que sus instituciones políticas tienen una larga tradición, fundamentalmente democrática, a prueba de golpes de desvío o cambios autoritarios. Es lo que se suele llamar costumbre democrática. 

Desde luego, estas tres fórmulas no se presentan en formas puras sino combinadas donde una de las tres es predominante. Los mejores gobiernos son aquellos en donde predomina el desarrollo de las instituciones y las prácticas democráticas. Recuérdese que una de las instituciones fundamentales es la ley. Estos gobiernos se conocen como gobiernos constitucionales.

Para ilustrar mejor nuestra tesis vale poner como ejemplo nuestro país. Don Daniel Cosío Villegas, un ilustre historiador de nuestro México, da cuenta de la debilidad de nuestras instituciones políticas, por ello, no tiene más que recurrir a la primera concepción de gobierno, las virtudes del gobernante, así, desarrolla su investigación sobre las virtudes del personaje, en este caso, el presidente Luis Echeverría. Así nace su libro: El Estilo Personal de Gobernar. Donde es más psicología que Ciencia Política. 

Los mexicanos, a falta de nuestro desarrollo institucional, a falta de nuestro apego a la ley, a falta de costumbre democrática, recurrimos, con fácil alegría al mito del gran Tlatoani, al gobernante lleno de virtudes, al gobernante poderoso. El primer gobernante que quiso ser un demócrata, Madero, lo asesinamos vilmente.

Así que, nos urge un desarrollo institucional a la mayor brevedad posible, para no estar a expensas de gobernantes caprichosos, voluntaristas, que hagamos libros, como el de Don Daniel Cosío, para explicar el estilo personal de gobernar, como el caso del presidente López Obrador que ha sido objeto de más de una docena de libros tratando de explicar su estilo personal de gobernar. 

El predominio del poder de un solo hombre es un, arma de doble filo, es una lotería que nos jugamos cada sexenio, esto no debe seguir de esta manera, por el bien de todos. No apostemos a la fortuna sino a la voluntad democrática de todos.