Juan Manuel López García.
Uno debería de preguntarse de cuándo a acá los seguidores del gobierno actual les han parecido condiciones sine qua non los orígenes y amistades, las carteras y trayectorias, los compañeros de vida y los medios de transporte. Nunca leí a ninguno de ellos pedir una investigación exhaustiva sobre los gastos y costos de las giras del hoy presidente por el país en esa etapa donde no era popular como lo es hoy; no los escuché solicitar información sobre los vestuarios y los amigos de los hijos del candidato eterno; menos aún los hoy preocupados por la integridad de los candidatos cuestionar sobre la enorme cantidad de purificados luego de haber atravesado los pantanos de la corrupción y el crimen.
La hipocresía y el rasgado de vestiduras de las últimas horas pareciera una suma de factores que mueven el tapete político.
Primero, la efervescencia opositora. Cierto, esta semana no solo sirvió para ver una precandidata -decirle de otra forma es hipócrita, solo para justificar el rompimiento o estiramiento de la ley de todos lados-, sino también para entender las debilidades de la caballada restante. Gálvez tiene una cantidad enorme de defectos, pero el desparpajo y sentimiento libertario que emana a partir de su natural trato es muy lejano al acartonamiento y apariencia almidonada de sus compañeros de aventura. No, Enrique de La Madrid no perderá la primaria región ocho por su condición nepobaby, sino porque no conecta, no emociona, no seduce.
Y él es el menor de los problemas.
Beatriz es un dinosaurio, Silvano una broma, Preciado una pena y Santiago una burla. Sus destapes y registros son el recordatorio del por qué nunca le ganarían a la más gris de las corcholatas.
Y ahí está el segundo factor: la campaña se transformó de una sexteta de aburridos pre candidatos bailándose al país por su sueño a una confrontación de autenticidad nativa sumado a un bizarro episodio de The Office.
Claudia fue borrada de la conversación. De hecho, ella misma cayó en la trampa del puebleo como si esa será la solución para el reconocimiento general. Sus mítines se notan preparados, con asistentes hartos y cansados y los discursos de la suspirante helada, sin cercanía alguna.
Marcelo aprovechando las aguas turbulentas va avanzando pian pianito, con más contacto con la gente, dejando probada su capacidad y conocimiento en la arena política, dando a conocer sus proyecto de Nación, que además tiene el básico ingrediente de tener sangre ligera, de rostro bonanchón y dominio de si mismo.
Caso aparte es Adán Augusto quien enloqueció con el rapé del poder. Espectaculares por todo el país sin explicación alguna y jirafas de regalos a diputadas predilectas acabaron con sus posibilidades. Y a la mitad, el presidente en un enfurecido intento de controlar la narrativa desde Palacio Nacional. Intento que es bumerán ante la pérdida del control narrativo y el eclipse en que se encuentran sus más consentidos pre candidatos: Claudia y Adán Augusto, hoy por las calles del país sin posibilidad de crecimiento.
El ascenso de Xóchitl Gálvez ha añadido incertidumbre a una elección presidencial que los propios opositores daban por perdida en favor de la candidatura oficialista, particularmente, para Claudia Sheinbaum. Todavía es difícil de comprender los motivos del fenómeno Xóchitl, bien puede ser su género, su vocabulario desenfadado, sus orígenes rurales e indígenas, o que es la única candidata alejada de la facha aristócrata de aspirantes como Creel o De la Madrid. Lo que queda claro es que Xóchitl ya no fue una llamarada de petate y, de seguir con la tendencia, podrá acortar distancias de forma preocupante para el obradorismo.
Quizás lo que tiene descolocado al Presidente es que Xóchitl, retomando el concepto del ensayista Nassim Taleb, es una candidata “antifrágil”; como lo ha sido el propio AMLO.
Otro elemento de incertidumbre es que Ebrard abrió las puertas esta semana a renunciar a Morena si estima que el resultado de la contienda interna no es legítimo; si ocurre una “chicanada”. Si el excanciller concurre por un partido distinto al guinda, el resultado de la elección será de pronóstico reservado.
La perplejidad inyecta vitalidad a la democracia. Bienvenida sea.
Jugadas de la Vida.
Australia es uno de los 22 países que penaliza a sus ciudadanos por no votar.
Twitter: @ldojuanmanuel