Cipriano Miraflores
La nueva lucha política en el contexto mundial se desenvuelve entre los gobiernos que impulsan a las sociedades abiertas e interconectadas y los que se pronuncian por sociedades cerradas. Entre sociedades globales, plurales, democráticas e interculturales, así como por el libre mercado sujeto a directrices de gobiernos responsables y por el otro lado, por sociedades y gobiernos altamente nacionalistas, homogéneos, autoritarios y proteccionistas.
En los primeros la competencia está la clave, preparar a Estados, naciones, grupos, clases e individuos a ganarse su espacio en el concierto de las naciones democráticas. Los otros cierran los ojos ante la competencia mundial de los mercados y se enconchan en defensa de aquello que creen suyo y del pueblo. La clave está en lograr gobiernos que se plantean ganar el futuro y aquellos que buscan resolver los nuevos problemas con métodos del pasado, precisamente para revivir glorias antiguas.
Los de la sociedad abierta procuran enfrentar las realidades para poder señalar caminos de esperanza, los de la sociedad cerrada, prefieren deformar la realidad para minar la esperanza de cambio y lograr la conformidad que es la dolencia fundamental de estas sociedades, las primaveras políticas son de poca duración en estas sociedades.
Situarse en su tiempo es una virtud del gobernante de sociedades abiertas, explicarla, entenderla, comprenderla, conceptualizarla, categorizarla. Los gobernantes que se saben situar en sus tiempos históricos, alcanzan la gloria, entienden perfectamente los síntomas de lo nuevo y de la decadencia de lo viejo, los que entienden que se deben enfrentar a los nuevos hechos con nuevas ideas y con nuevas personas, los que no, los que se encierran en sus ideas, concepciones, ideologías, los que niegan la historicidad de los hechos, de las ideas y de las creencias, tendrán siempre una mirada corta, son para afrontar los problemas del momento y jamás poner los cimientos del futuro.
En las sociedades abiertas se debaten las circunstancias, se asumen con responsabilidad, solo de esta manera se encuentran los mejores caminos para transitar con seguridad, sobre todo, en cuánto tiempo será la llegada, no gusta de las transiciones eternas. En las sociedades cerradas, todo lo anterior es responsabilidad de un solo hombre, una sola mente, un solo criterio, no se debate, se asume, no existen alternativos, es solo de una vía.
En los gobiernos de sociedades abiertas siempre se vive en paradigmas, de nuevos planteamientos sobre las costumbres sociales, políticas, económicas, administrativas, se prefiere el riesgo a la inmovilidad, se prefiere todo al estancamiento, solo moviéndose se vislumbran nuevos horizontes. Los gobiernos de las sociedades cerradas el temor, el miedo abarca a casi a todos, más al gobierno. Se prefiere a la repetición, a la mecanización, a la seguridad que a la libertad, a la certeza que a la indagación, a las mismas soluciones de problemas diferentes.
La piedra de toque de la sociedad abierta es el esfuerzo y al deseo de saber siempre, en la sociedad cerrada es el conformismo y la ignorancia. En la sociedad abierta se está ante la gran diversidad teórica que la trata de explicar, en la sociedad cerrada la realidad se adapta a una teoría declarada oficial y verdadera.
En la sociedad abierta se confronta, se critica, en la sociedad cerrada se asume en silencio. En la sociedad abierta se busca el desequilibrio que alumbra, en la sociedad cerrada gusta de la unidad y de la uniformidad que cautive, que someta, que alabe, que embriague. En la sociedad abierta existe enorme confianza en el otro, en los otros, en las sociedades cerradas solo se tiene confianza en sí mismo.
En las sociedades abiertas los gobiernos son “para”, en los gobiernos de las sociedades cerradas es “contra”. El gobernante de la sociedad abierta no se embriaga de poder y al mismo tiempo lograr la admiración del pueblo, el gobernante de la sociedad cerrada desea fervientemente esta convergencia. Acción y realización está en la mente del gobernante de la sociedad abierta, al gobernante de la sociedad cerrada lo minimiza al máximo sin sonrojarse (Macron: 2016).
El gobernante de la sociedad abierta entiende que el pueblo puede dar más, que goza de una potencialidad inagotable, el gobernante de la sociedad cerrada entiende que el pueblo se agota en él, que él sintetiza todo lo que quiere y desea el pueblo. Por eso la iniciativa muere en este tipo de sociedades.
Ambos gobernantes deberán de comprender que el capitalismo está dando sus coletazos finales, muy graves y peligrosos. Por la desigualdad que ha producido no es posible que perdure más. La destrucción medioambiental, la sobrepoblación planetaria, la transformación digital, son retos a emprender. Cómo solucionar estos problemas reduciendo el conflicto al mínimo, sin perder humanidad y libertades. Se debe plantear nuevas estrategias y lógicas para abordar los problemas. Debemos construir un mundo donde quepan todos los mundos en igualdad de circunstancias y en condiciones de libertad. Este es el reto.