Juan Manuel López García
La semana santa es la más grande para los seguidores de Jesús. Grande por lo que en ella celebramos el misterio del amor más enorme. Del amor hasta la muerte. Cristo que nos amó y se entregó a la muerte ñor nosotros. Esto no es lo corriente en nuestro mundo donde los hombres nos quitamos la vida unos a otros. Aquí Jesús se entrega, se da totalmente.
Leía hace unos minutos una artículo -antes de ver los primeros rayos de sol desde la ventana que me anuncian el nuevo día, como hoy que es el sábado de Gloria- en el que se afirmaba que ´ser cristiano es ser seguidor de Jesús’. Y así es. Está ahora muy de moda todo lo relacionado con el tema de las cofradías y similares. Y lo mismo ‘las devociones populares´. Pues bien, si no nos ayudan a seguir más y mejor a Jesús de nada nos valen por mucho que procesiones o hablemos invocando su nombre, los sacerdotes de vistan de túnicas y capirotes. Han de llevarnos a Cristo. Si no es así, lo reducimos a folclore religioso, por desgracia.
Visité hace un tiempo el Museo de la Semana Santa en Medina de Rioseco, allí se exponen los hermosos pasos que salen en sus famosas procesiones. Este museo es una verdadera maravilla que guarda auténticas joyas. Además del arte que allí se ve y se respira, le lleva ínclito lector “casi de la mano” a contemplar toda la pasión de Jesús. Desde la oración en el huerto hasta la Resurreción. Como si presente me hallare en el momento de la flagelación o de la crucifixión, o de la condena de Poncio Pilato.
Fui contemplando poco a poco esa magníficas tallas…pero a mí me lanzaron hacia tantas soledades como en nuestro mundo hay, por ejemplo. A tantas traiciones o ambiciones, ingratitudes de personas que ayudé y después en momentos de desolación no lo recordaron o fingieron no recordar para no socorrenrme cuando pasé por tierras pantanosas y hablo de juicios que les asesoré sin costo alguno, o asesorías, o extender mis brazos, tomar llamadas con llanto en las madrugadas, cuando fui apoderado de algunos bancos, y tuve la oportunidad de disminuir sus deudas, o condonarlas incluso. Existen tantas personas doloridas o maltratadas y maltrechas, a tantas muertes de inocentes. A tantas…¿para qué seguir?
Y sobre todo, me hizo aterrizar en la procesión propia, de convivir con enfermos y otros en sillas de ruedas conducidos con amor por unos jesuitas que eran sus Cirineos. O aquél que iba perdiendo la memoria o al que ya no recuerda nada. Me lanzó a esa procesión viviente que formé parte…Cristo sigue muriendo hoy. Vivir la Semana Santa con ellos, es más imitar a Jesús que pasó haciendo el bien.
Los pueblos cristianos celebran en este el misterio de la resurrección de Cristo. No se trata de la culminación de la muerte trágica de Cristo sino más bien de una manera nueva de vivir. Actualmente viven muchas personas asediadas por el aburrimiento, la desolación, si no consumen cosas, no se sienten contentos, y se perciben solos y perdidos.
Es tiempo de darnos al quehacer de resucitar para la verdad ya que vivimos en un huracán de manipulaciones que nos impiden buscar y ver la realidad. Poco o casi nadie de la gente se ocupa en el leer, luchar, amar y buscar la verdad. Es tiempo de vivir en condiciones nuevas que están facilitadas por tantos cambios económicos, sociales, culturales. Si no los descubrimos es en parte porque queremos volver a las rutas antiguas que ya señalan los libros bíblicos, cuando quería el pueblo mejor volver a Egipto a comer cebollas de la olla. Ergo, el poder se ejerce en el amor que sirve.
Jugadas de la Vida
“La Pasión de Cristo” película dirigida por Mel Gibson, fue estrenada en el 2004. Al actor Jim Caviezel le cayó sobre sus hombros una pesada cruz de madera de 75 Kgs, lo que le provocó una fractura. Mel Gibson filmó todo esto y las expresiones de dolor en ese momento que vemos en Jesús eran reales.
Twitter: @ldojuanmanuel