Juan Manuel López García.
Reprobamos desde cualquier país de América la muerte a cincuenta mujeres asesinadas por no cubrirse su cabeza y gran parte del rostro con una burka o velo. El homicidio de la joven Mahsa Amii bajo resguardo de la policía de la moral iraní llenó de rabia, pero también de valor a miles de mujeres que todos los días están quitándose el velo y salen a la calle de aquél país. Guardando las proporciones en México estamos atravesando por un momento con similitudes simbólicas con Irán. Desde hace cuatro años que los mexicanos nos han impuesto un oscuro y cerrado velo para que no podamos ver la documentación que respalde las compras y la administración de importantes temas del gobierno central tan relevantes como la compra de vacunas, los costos de la Refinería Olmeca y de la autopista Felipe Ángeles, del taladero maya y otras ocurrencias presidenciales.
El régimen en México cono en Irán se apoya en una especie de policía de la moral obradorista que señala, persigue y lucha digitalmente, o en las mañaneras y hasta en la calle a quien osa preguntar y exigir se difunda lo que debiera ser público de origen por el solo hecho de haber sido adquirido o administrado con recursos y por servidores públicos.
En los últimos días los mexicanos nos quitamos un poco ese velo, pudimos ver un poco de los “temas prohibidos”, pero no gracias al respeto a la Constitución o al estado de Derecho, sino a una filtración del caso Ayotzinapa, primero, más recientemente por un hackeo a los servidores de las Fuerzas Armadas que reveló hasta el diagnóstico médico del inquilino palaciego.
Loret de Mola da cuenta de un reportaje sobre su preocupante mal cardiaco y se confirma con el hackeo que la Sedena hizo el traslado en helicóptero por riesgo de infarto desde Palenque a CDMEX. Así como se acceso a documentos confidenciales del Culiacanazo, obtenidos por un grupo identificado como “Guacamaya” que extrajo seis terabytes de información clasificada. El periódico el País revela que en el paquete Guacamaya viene la clave del código que el ejército encargado del “monitoreo constante de las actividades presidenciales y miembros de la familia” y le dan el nombre a López Obrador nada más modestamente que “Zeus”.
Y para rematar están pendientes las revelaciones de El rey del cash, de Elena Chávez, ex esposa de César Yañez, uno de los hombres más cercanos al presidente López Obrador. “Los mexicanos tienen derecho a conocer la verdadera cara de la nueva mafia del poder o, mejor dicho, de la secta del poder. Que vea quien quiera ver y escuche quien quiera escuchar”. Escribe Chávez en la contraportada. El libro publicado por Grijalbo, saldrá a la venta a finales de octubre, pero desde ahora ha causado gran expectación,
El libro es real (se habló de que era Fake News). Está editado por Grijalbo México, un sello de pingüin libros, la editorial más grande del mundo por lo que es prácticamente imposible que “la pare” cualquier gobierno. El libro tuvo una preventa exclusiva por Amazon y a esos compradores les llegará a partir del dieciocho de octubre. La venta al público en general es a finales del mismo mes en todas las librerías. De manera “coincidente” la portada del libro se viralizó en redes sociales el pasado veintinueve de septiembre. El mismo día que César Yañez y Dulce María Silva cumplieron cuatro años de casados. Se dijo que el secretario de gobernación había intentado “parar” dicha publicación. Incluso que comprarían todo el tiraje. En los tiempos de los libros electrónicos y PDFS que circulan por Whatsapp, eso no serviría de nada para censurar el ejemplar.
Ante lo evidente ya aceptó el presidente su deterioro de salud, en forma irónica, para tratar de aminorar el daño que mantuvo con engaños (según él) y se tomaba selfies haciendo ejercicio y jugando macana, cuando que es un hecho y notorio su decaimiento. Y también resulta desastroso el papel que desempeña Elizabeth Vilchis en el espacio “Quién es quién en las mentiras”. Dijo “en cuanto la salud del presidente la oposición ya es dispersa entre otras muchas cosas en leer los labios y le atribuyeron que la señora Beatriz le preguntó si sentía bien”. Y de su parte López Obrador acepta que si le preguntó Beatriz si se sentía bien.
Ahora sus seguidores se dicen alegres, que no basta la difamación y sigue sacrificándose por México, que no está enfermo salen sus defensores que lo desean inmortal y él confesó estar mal (contraría a sus defensores). Lo cierto que el presidente no acepta nunca críticas y menos que lo delate ajeno a decir la verdad, proclive al ocultamiento de la aplicación del dinero del erario, por lo que no le gustaron al presidente las divulgaciones dadas a conocer por el grupo guacamaya y naturalmente pretende ahora del ¡cállate chachalaca! al ¡cállate guacamaya!.
Jugadas de la Vida
La periodista Isabel Arvide ahora cónsul en Estambul, escribió en el 2013 un libro titulado: Mis presidentes, en el que narra sus encuentros sexuales con Luis Echeverría, relatando que “era un hombre muy libre, muy abierto en lo sexual, con intereses y relaciones muy pasionales con algunos hombres muy jóvenes”.
Twitter: @ldojuanmanuel