Héctor Torres Maubert
Parte de Novedades…
Diciembre de 1942, el poderoso sexto ejército alemán se encuentra rodeados por las tropas rusas de Stalin. En secreto el Ejército Rojo ha recibido 200,000 soldados para aplastar al enemigo.
Los generales alemanes saben que en cualquier momento los pueden aniquilar, no podrán hacer nada contra la avalancha roja, sus ordenes es que sus soldados festejen la navidad, saben que puede ser la última.
La Navidad era y sigue siendo un periodo importante para la mayor parte de los alemanes y así fue durante la Segunda Guerra Mundial.
Es imposible hacer un recuento del número infinito de experiencias navideñas alemanas durante la Segunda Guerra Mundial, pero podemos reunir estos temas comunes que muchísima gente vivió, como por ejemplo muchos de los hombres que sirvieron en el ejército alemán durante el periodo entre 1939 y 1945. Fue durante este espacio de tiempo cuando la Navidad se tornó al mismo tiempo alegre y terrible.
Las primeras Navidades alemanas de la Segunda Guerra Mundial se celebraron en diciembre de 1939 cuando el frente permanecía tranquilo; los aliados occidentales y Alemania estaban en mitad de la llamada “guerra falsa” entre el periodo que transcurrió tras la Invasión de Polonia en septiembre de 1939 y la Invasión de Noruega más tarde, en abril de 1940. En búnkeres y trincheras, fortines y depósitos, casas privadas y bases de unidades, a lo largo de toda la frontera, cruzando Alemania y en la ocupada Polonia, aquellos soldados alemanes con el infortunio de no poder estar con sus familias y seres queridos, pasaron el tiempo junto a sus camaradas e intercambiaron regalos sencillos de frutas y bebidas, rieron y jugaron y cantaron villancicos tradicionales tales como “O Tannenbaum” (es uno de los villancicos alemanes más conocidos y bonitos del mundo, escrito por Ernst Anschiutz)
El invierno de 1941 fue uno de los más duros e implacables en la historia hasta ahora conocida. La Wehrmacht (el ejército alemán) había cruzado la frontera soviética en junio de 1941 y había planeado acabar con la campaña antes del final del otoño. No obstante, el destino no estaba del lado de los alemanes y la lucha continuaría durante cuatro años brutales y duros de combate de toda la historia de la humanidad. La comodidad y nostalgia de las alegres celebraciones navideñas en posiciones de un frente tranquilo eran cosa del pasado, especialmente para los que estaban estacionados en el frente del este, que dejaba poco que celebrar mientras la guerra les oprimía. Ante tal desesperación, seguían celebrando la Navidad, tal como expresa el siguiente capellán de la división en su diario en 1941:
“He dormido bien en una sucia habitación. A mi lado hay peladuras de patata y otros desperdicios. Visitamos a los hombres en sus dependencias, las compañías 9 y 11. Están fatal, desgreñados, llenos de picaduras de chinche, cuerpos enteros ensangrentados, escuálidos y sucios. El bombardeo de mortero ruso se acerca. Un hombre salta por los aires en frente de la iglesia. Una vez esto fue un agradable complejo en Yaroplets. Un gran castillo con una espléndida iglesia. Las togas de oro brocado sirven ahora de cortinas para las ventanas rotas. El enemigo dispara desde un bosque cercano. Por la noche, visitó a los hombres en las pequeñas habitaciones abarrotadas del sótano, les leo historias navideñas de la Biblia y hablo con ellos. Después, cantó canciones con los caballeros del batallón del Estado Mayor. El comandante tocaba el acordeón…”
La Navidad de 1942 fueron empeorando de forma progresiva para Alemania, con la pérdida del 6 ejército unos de los mejores equipados y mejor entrenados en Stalingrado poco después de las fiestas. Curiosamente, a la media noche del día de Nochebuena, el cielo sobre Stalingrado se encendió con los miles de coloridas bengalas que disparaban prácticamente todas las unidades atrapadas en el bolsillo de la ciudad sagrada para Stalin. Este impresionante acontecimiento era para celebrar las Navidades y se prolongó durante varios minutos. Con la creciente desesperación, a veces se celebraba la Navidad con esa clase de auténtica paz, comprensión y aceptación que solo aquellos que estaban en una situación límite podían sentir. Los siguientes tres extractos son de unos pocos hombres atrapados en Stalingrado durante esas fatídicas Navidades de 1942. Dichos extractos son de algunas cartas que se encuentran en ministerio de defensa alemán.
“Durante las últimas semanas hemos empezado a pensar en el final de todo. La insignificancia de cada día palidece ante esto y nunca hemos estado más agradecidos por el Evangelio de la Navidad que en estas horas de penuria. En lo profundo de nuestro corazón, vivimos con la idea de la Navidad, el significado de la Navidad. Es una fiesta de amor, salvación y compasión por la raza humana. No tenemos nada más aquí que el pensamiento de la Navidad. Nos ayudará durante las horas más dolorosas… A pesar de lo duro que sea, haremos lo posible para vencer al destino e intentar por todos los medios derrotar a lo infrahumano que nos ataca de forma salvaje. Nada puede debilitar nuestra fe en la victoria, porque debemos ganar si Alemania quiere vivir…”.
“No he recibido ninguna carta tuya durante algún tiempo… anhelo fervientemente las queridas palabras desde casa en Navidad, pero ahora mismo hay cosas más importantes. Somos hombres preparados para soportar cualquier cosa. Lo importante es que tú y los niños estéis bien. No os preocupéis por mí; ya no me puede pasar nada. Hoy he hecho las paces con Dios… Te envío todo mi amor y mil besos. Te quiero con toda mi alma. Besos cariñosos para los niños. Sed buenos, niños, y recordad a vuestro padre.”
El día de Navidad de 1942 murieron en Stalingrado 1280 soldados del 6º Ejército. El prometido suministro de víveres que Hitler prometió no pudo llegar por la imposibilidad de aterrizar, y los paquetes tirados desde el aire no siempre alcanzaban su destino. En enero de 1943, el general Paulus solicitó cada vez con más insistencia el permiso para la rendición, pero el Führer se negó. Por fin, el 30 de enero se rindió Paulus, después de recibir la sarcástica noticia de parte de Hitler, de su ascenso a mariscal de campo. Cayeron prisioneros unos 113.000 soldados alemanes, de los que sólo unos miles sobrevivieron la cautividad.
Miles de oficiales y soldados alemanes no regresaron a casa, esa fue su última navidad. Murieron a lado de sus compañeros de combate, lejos… muy lejos de su hogar y su familia,
Ese invierno, el contrataque soviético llevo a la rendición alemana en Stalingrado y al punto de inflexión de la guerra. En verano de 1943, los alemanes trataron de tomar nuevamente la iniciativa, pero el ataca que a Kursk acabó con una completa derrota. La capacidad ofensiva de las fuerzas alemanas estaba ya agotada y la iniciativa la tomo el ejército rojo.