Juan Manuel López García
Cada tanto releo la anécdota del nuevo testamento donde Cristo resucita a Lázaro. Me sorprendió esa historia milagrosa. Luego, hace unos años, leí el cuento “Lázaro” de Leonid Andreyev, donde se continúa con la vida de Lázaro después de que Cristo lo volviera a la vida. Una mezcla entre cuentos de zombis, magos y religión. Qué combinación. Los cementerios en estas fechas de festividades mortuorias proliferan las visitas de los familiares, amigos (que son los menos) llevándoles ofrendas florales, pintan las lápidas, qué plantas y árboles viven ahí y los sonidos del viento arrastrando hojas y flores secas y chiflando entre las hojas de los árboles. Confieso pertenezco a una familia que no me inculcaron festejarlos, me dijo mi padre desde niño que una vez muertos se culminaba la existencia de las personas, crecí con ese desapego. En el cso de mi consorte es lo contrario, acude a vistarlos cada año, tal cual en estas fechas, que la acompaño y empecé a sentir, vibrar, musitar, cantar y llorar su ausencia. Me uno al regocijo, me gustan las comparsas, el jolgorio que se desahoga en Oaxaca, tierra mágica y mística, que se desbordan rios de gentes en sus principales calles. El ir a visitar otros panteones son agradables sus festines que lo hago en compañía de mis hijos que me contagian su emoción.
He vivido males que he sentido puertas del más allá, desde volterme en un auto en la adolescencia, sufrí un infarto, y así he aprendido a vivir ya con entereza la vida, agradezco diario el amanecer que veo los pajaros lo cargan en sus alas, los primeros rayos del Sol que aparece en el horizonte, el aire que corre en la ventana, sonriendo por estar vivo y así a mover el cuerpo con música de Mozart, Bach, y demás clásicos para iniciar cada día hasta el anochecer que es el mismo ritual en el silencio de mi alcoba, cmpartiendo mensajes con videos atractivos a mis contactos de whasap lo que me otorga quietud.
Ello viene a colación que la cantidad de muertos que se van dando día con día es apabullante y es signo ominoso. Y nadie está haciendo nada para evitarlo. La muerte es una mezcla entre lo horrendo, la angustia existencial, el horror al absurdo de la aniquilación total y la tristeza profunda. Posee muchas caras y formas de operar y al final siempre se sale con la suya. En este país nos estamos matando. Siempre hemos tenido episodios de este tipo, pero siento que ahora es mucho más intenso y, peor, más grave. La muerte se encuentra desatada, haciendo lo que mejor sabe hacer, y lo hace riendo a carcajadas, pues le hemos abierto las puertas y ya no hay quién la detenga.
Mientras los mexicanos esperamos la celebración del día de muertos este 2 de noviembre como un acontecimiento tan especial y único que incluso atrae turismo, como será la derrama económica somos considerados de los países con mayores homicidios dolosos diarios. Es así que, en estos días se puede estar haciendo altares de muertos en las casas, en lugares públicos, velando en los panteones como rituales que se cree que favorecen el reencuentro con los que se fueron para siempre por un día a nuestro mundo, pero en otros lugares hay quienes insospechadamente al cobijo de la delincuencia, la utilizan como el fin practico para desaparecer personas, muchas veces en la impunidad. Para los antropólogos es posible explicar dicho el festejo , como un significado que intenta transformar la muerte en algo familiar, que se le pone cara a través de imágenes de los nuestros que ya no están, porque con ello no es que celebremos que fallecieron, sino lo importante que en vida fueron para nosotros. Es entonces que la muerte se convierte en algo indeseable, pero para otros en deseable para sus instintos asesinos, que sin embargo somos más los que apreciamos la vida, la respetamos y pugnamos porque la muerte llegue por causas naturales y no premeditadamente. Después de mas de 3 mil años que se lleva a cabo la celebración de muertos en México principalmente en los estados del centro de la república, como un fenómeno sincretista, que unió la concepción del más allá indígena prehispánico y las creencias católicas que trajeron los españoles en la conquista.
Filósofos y científicos explican que en general los seres humanos tenemos culto a la muerte porque somos un animal funerario, porque solo nosotros como seres vivos honramos y enterramos a nuestros muertos, porque utilizamos los símbolos y nos alimentamos de metáforas, ya que el cuerpo humano es sobre todo representación.” Después de la muerte seguimos siendo mientras los demás quieran que seamos” Federico Soriguer. Nos representa con orgullo la creatividad e ingenio de nuestras raíces, de nuestro mestizaje, mientras deseamos se disminuya la violencia para poder disfrutar plenamente de nuestras tradiciones Por eso para el escritor mexicano nobel de literatura, Octavio Paz, “ Una civilización que niega a la muerte, acaba por negar la vida”. Que, por supuesto no es alusivo a nuestras costumbres mexicanas, como es el día de muertos. Ergo, recordar alos muertos es gratitud que no fenece.
Jugadas de la Vida
En la antigua Grecia, lanzar una manzana a una mujer era considerada como una propuesta de matrimonio.